martes, julio 19, 2005

NOCHE DE HURACÁN

Son las doce. Treinta minutos después de un largo mediodía. Me revientan las horas, pero más los minutos. Llego a casa y advierto que sólo me esperan tres actividades: leer, escribir, o coser. Mi marido ha partido hacia lo novivido. (Qué hermoso verso, pero no es verdad). No, se ha ido en un viaje de trabajo. Yo no sé qué hacer con tantas horas. A veces me faltan, a veces me sobran... Enciendo un cigarro, me sirvo un vaso rebosante de hielo y agua, y marco el número de mi comadre More, mi amiga, a quien no veo ni escucho desde hace dos semanas. Nadie contesta.
Sigo intentando una conexión. Le marco a mi jefe-editor, Eugenio:
--Son chingoytantas cuartillas, además la revisión global de la revista, ahí tú súmale. ¡Ah, pero recuerda que el jueves nos vamos a Oaxaca. Yo, con una adelante, y tu madre con la otra detrás, jajajaja!
--Ay, tía, claro que te haré un cheque. Llámame mañana, ¿oquei? --responde el Eugene, un poco sacado de onda.

Luego resucitan las horas... minutos, ráfagas crueles de recuerdos, vértigo al no saber qué hacer con tanto y tan diminuto espacio.... (porque el tiempo es espacio, si no, ¿qué es?)

Recojo mi canasto de costura, enhebro la aguja (con lupa, claro), y ésta me punza el mismo centro del hueso del aguacate.
Decido hablarle a Malena. Malena, amiga, dónde estás, dónde el duende que dúctil me hace preguntarme tantas cosas? Aviento la costura y marco: 80-6.......
--¿Bueno?
--Lupe, ¿qué estás haciendo?
--Ay, Annita, estábamos la Nancy y yo extrañándote....
--Oye, guey, ya sabes que ahí viene un huracán, ¿verdad?
--¡¡Síííí!!, qué padre!!
--Tú no ´tas "güena", Malena...
--¡¡Vénte, loca, vénte al rancho, estamos a punto de ver una película maravillosa....!!
--No. Tengo miedo. ¡¡Ahí viene el huracán!!
--Ay, amiga.... de lo único que debes tener miedo es de no ser feliz..... ¡Vénte, mensa, te esperamos!
--O. K. Allá voy. Mi marido se fue de viaje y Luna está con su abuela.

Levanto a Bryan de su virtual estación y le digo aullándome la garganta de placer:
--Nos vamos al rancho. ¡Ya!
--¿De verdad?
--Si, ¡pero ya!

Algo sentí que me hizo apresurarme. No sabía qué. Pensé en el inminente huracán, pensé en mi atropellada odiesea hacia Oaxaca, pensé en Mariano... como si en ese viaje fuera a desaparecer... Me atravesaron situaciones raras...
A medida que atiborraba mi maleta con cosas, mi pensamiento estaba en "no regresar". ¿Él o ella? Alguien de los dos pudiera no regresar....
Entonces la llamada:
--¿Hola?
--Oye, Sapi, mira que el huracán sí va a pegar en Monterrey, ¿eh? Bueno, ten las velas preparadas, cierren todo muy bien, todos juntos, nada de ranchos ni de nada, ¿o.k?
--¿Cómo?
--Sí, así como te digo. No hay tiempo. Recoge a Zingui y díle que no salga, que él es el que debe estar ahí para cuidarlos a ustedes.
--Bueno. --sólo acerté a contestar.
--En la noche les hablo.
--Ciao. --apuntó él como fin de un "mail".

Respiré jondo y projundo, como dicen en mi rancho, y me dije: "Annota, tienes dos opciones:
a) quédate a ver el huracán pasar, o
b) sé parte de él. "

Adivinen ¿cuál tomé?

A los que votaron por quedarme: ¡WRONG, WRONG, TRY AGAIN!
A los que votaron por irme: Tibios, tibios. Más o menos me conocen....
A los que no supieron qué onda: ¡Felicidades! Han ustedes ganado, porque ya enrranchada, con esa naturalia amantosa frente a mí, con toda esa compañía de hadas (nancy y berthita), con aquella alboroza copa de vino blanco helado, ante esa esplenditud... ¿qué creen?

El sol se alzó de un blanco inmaculado. ("El sol está blanco, Annita", dijo Nancy a las cinco de la tarde. )
Al sol le ha custodiado un viento leve y seductor, como esos amantes malignos que sí nos aman, pero sólo por un rato...
De pronto, sin aviso, la tormenta vertical, espesa, rápida, directa... ("Así quiero ser yo", pensé.) Tuve pánico. Me vi no sólo empapada en medio de un bosque, me vi azotada por un violentoviento dejándome desnuda.

Regresé a casa. Donde nunca pasa nada.... Y todo está pasando.