viernes, marzo 01, 2013

EL REGRESO


PORQUE LOS ÁRBOLES SE ENTIENDEN TOCANDO SUS RAÍCES

“Nadia es silenciosa como un cuaderno de croquis.
Nadia creció en el pueblo como el árbol más simple 
Y con ella me entiendo sin decir palabra
Porque los árboles se entienden tocando sus raíces.”


-Jorge Teillier-

Siempre ha sido una mujer la que me regresa a seguir escribiendo.
Recuerdo a Lulú poeta (Lourdes Olmos), hace ya más de 20 años, quien me invitó un café para entrevistarme. Justa excusa para escudriñar en mí: “¿Por qué has dejado de escribir?”  Nunca vi, o no recuerdo, la entrevista publicada. Ella escribía entonces para La Colmena, revista literaria con inclinaciones feministas o algo así.  Después de darle una serie de pretextos, conversaciones "de bulto", el clima, la moda... advertí que la cortina tras la que me mantenía oculta, estaba ya muy lavada, rota, deshaciéndose casi.  Y la verdad, me fue difícil una nueva confeccionar.  Así que, después de una sobredosis de cafeína, entre la cual confesé estaba escribiendo hijos y editando un matrimonio, regresé a mi jaula y como enferma desahuciada, volví a escribir.  Esta vez era para publicar y no lo sabía.

Héctor Alvarado iniciaba la revista Papeles de la Mancuspia, aquí en Monterrey, y me invitó a la inauguración, donde se presentaba el primer ejemplar.  Para no quedarme entre el público solamente, le propuse colaborar con algo. “Sí, puedes hacerte cargo de la venta de cerveza.” Y así lo hice. No me importó helarme las manos, una y mil veces sacando chelas de los toneles con agua-hielo, con tal de hacerme parte de ese proyecto que, hasta ahora, gracias a la pasión que Fernando Elizondo le da, deja una gran estela de críticas, amores, aplausos, envidias y pasiones.

Poco después de ese happening, mi presencia en las juntas/talleres de la revista, mis arrodillados textos dispuestos a ser podados una y mil veces, mi pasión por escribir, dieron frutos: ya era miembro del Consejo Editorial de Papeles de la Mancuspia.  Y fue él, Héctor, quien cierta noche me llevó aparte y me dijo: “Anna, ¿no crees que ya es hora de publicar?”  Recuerdo haberme quedado muda, tiesa, algo así como cuando te anuncian que estás embarazada.  “No, no… espérame un poco, no sé no sé no sé, tengo miedo…”
Aún ignoro si fue el reto -ese miedo apostándole a más miedo-, el vacío ocupándose del matrimonio, quién sabe; lo que sucedió después fue, creo ahora, lo inevitable:  Me vi publicada en dos libros en el mismo año.

Ya por entonces había compartido algunos aforismos, poemas y “contestatarias” en la misma revista y en el suplemento cultural de uno de los diarios locales, pero nada más.  Ahora me estaba viendo, desnuda, en libros.

Al publicarse el tercero, dejé las palabras.  Me sumergí en ese autismo literario donde nada ni nadie importaba, ni yo misma. Hube de asirme a inmóviles lianas para dejar de hundirme, para quedarme sujeta a algo, no sabía a qué, para poder salir de aquello algún día, cierta noche, de esa otra soledad…

Siempre ha sido una mujer quien me regrese al vientre.

Luego aparece un par de alas: Isabel Miranda. Los hilos de la red y el Universo conspiraron para conocernos.  Isabel es una mujer que insemina la palabra, es una poeta. Isa me leyó, me buscó, me preguntó, y con sus letras pudo recordarme de lo que estoy hecha; juntó lo más rescatable de mis versos, los unió, los acarició, los tradujo y los dejó a mi vista, resucitó mis ojos, mis sentidos y volví a creer.

Gracias a estas dos mujeres, a tantas otras amigas, a grandes escritoras y escritores que habitan mi oficio, es que vuelvo a la pluma y al papel. Vuelvo y sangro bestias: signos, sonidos, verbos, cadencias, adjetivos… todos escapan de la jaula para correr el riesgo de volar, y si son afortunados, anidarán en alguien, en cualquier amante de vida o muerte, del trayecto de luz hacia la oscuridad y viceversa.  En esta ocasión, me alegra seas tú.

AKL

viernes, enero 25, 2013


LOS INICIOS

Este es el día en que empiezo a despedirme.   Hoy, trece de enero de dosmildiez. A medio siglo de vida en el planeta, dos de mí que fueron yo, descansan al fin en estas letras.

Ana, te veo encima de la tierra, no caminas aún y estás contenta.  En tu mano se deshace un puño de arcilla, intentas llevártelo a la boca. Click.  Tus padres, seguramente con una polaroid que rentaron o prestaron de un amigo, te capturan. Tú en brazos de uno, click, y después en brazos de otra, click. Punto ciego el desierto.  Luego no recuerdas. 

Ahora se le antoja el barro, su olor, su frío contacto con el agua, su rudeza acaso.

Tu infancia fue árida burbuja.

 Ana no sabe qué decir de su infancia.  Ella está intentando recordar un poco con los restos de las voces ajenas:  levantarse temprano, ayudar a su hermana a despertar, encabronarse con el desorden…  Grita, sí, grita, y no hay nadie quien la escuche. . Son estampas, fotografías diluyéndose en el fregadero,  una memoria cada vez más mentirosa.  Abuelos en señal de padres, tías en señal de madres, palabras atoradas en señal de amigas, a veces…

Te escondes en el armario para poder llorar, pues tu padre ha dicho que eso no es bueno, nadie debe saber que lloras…

Ella espera los domingos como el mejor regalo. Padre lleva al río a sus pequeñas "reproducciones", a nadar, a tomar algún helado y comprarles un cuento. Ana nunca quiere que se acaben los domingos.  Padre habla casi nada, si acaso hace una o dos preguntas sin prestar atención alguna a las respuestas. Él sigue demasiado joven.

Espanta la escuela de monjas, la detestas. Son crueles contigo. Con tu hermana no,  porque ella es bonita:   su cabello ondulado, color oro viejo (como dice tu abuela), sus mejillas rosas… y además, obedece.

Le gustan los cuentos a Ana, espera ansiosa que sus tías-madres-hermanas regresen del trabajo o de la escuela, para que alguna le lea o relate alguno.  El abuelo, en especial, le canta cuentos, toca su violín mientras ella le sonríe atenta aunque desconozca los sonidos, el idioma…

Acurrucada en el vaho de la cocina, Abuela sabe cómo rociar azúcar sobre tu desierto. Y salen galletas de ese calor, abrazos sin tocarte, besos de canela y chocolate, tibieza que te tragas como píldoras de salvación.

Muchos la ven, pocos la observan, casi nadie la toca. Ella es un atardecer esperanzado.

Te odias por no quererte. Quieres verte bonita, acicalada, sonriente… y sólo eres una despeinada horrible y triste estrella.

Las monjas le dicen que todo lo hace mal: aprende mal, limpia mal, come mal, borda mal, escribe mal, reza mal…

No conoces aún el desconsuelo, ni el desamor, ni el destierro. Ni siquiera has escuchado esas despalabras. Sin embargo, vibras en preguntas: "¿Conocerán los hombres el amor? ¿En cuántas casas me habito? ¿Y si Papá también se muere?"

Tiene un amigo imaginario. Se llama Dientito. Conversan y juegan siempre bajo la ducha, jamás en otro sitio pues pueden ser descubiertos. Ana le nombró así porque la presión del agua sobre su espalda era como pequeñas mordidas de afilados dientes.

Tienes nueve o diez años y te enamoras. El objeto amorativo  es el sobrino de la vecina que sólo por venir de no sabes dónde, es encantador. Tu memoria apenas ha guardado sus pecas y su copete juguetón contra el viento.  Abuela dice que eso no es amor, que estás enamorada del amor y que aún no sabes lo que es. Entonces, te preguntas, ¿cómo se puede soñar con algo que no conoces?

Comienza por besarse en el espejo. El frío adelgaza sus labios y se secan. Prueba con el bilé de su tía y ahora ya no siente nada. Su amiga confidente le dice que debe sacar la lengua y ella advierte que el espejo sabe a detergente. Abandona la misión pero busca otros materiales.

La niña muerte te toca. Tu amiga, con quien ayer apenas jugabas, se murió. Así, de pronto, como siempre se mueren todos, pero ella no, ella sí se murió de repente. Corría por el parque y el corazón se le detuvo. ¿Se le pararía antes que sus piernas blancas y veloces?

Duerme mucho. A veces la hermana la sacude y pregunta si aún respira. ¡Qué te importa! (Ana le grita).  A mí nada, pero sí a la Abuela que me manda a cada rato.

Te gusta correr en bicicleta. La velocidad que alcanzas hasta el vértigo es tu primera droga. Cuando te encierran, porque ya es muy tarde, pruebas con algo más fuerte: dejas de respirar lo más que aguantes, juegas a morirte.

Leer, leer, leer… atrapar mentiras y verdades hermosamente escritas. Ya no sale, ya no juega, siempre en búsqueda de libros, sobre todo aquellos, los ocultos, los prohibidos…

Y entonces, como perro persiguiéndose la cola, comienzas a copiar versos en libretas del colegio, pegas estampas de paisajes y parejas abrazadas, besándose en un atardecer a orillas de una playa desierta…; memorizas otras cosas que no sean el himno nacional, fechas históricas, oraciones, conjuros ni jaculatorias. Aprendes a guardar imágenes en un rincón desconocido. Te encuentras verdaderamente enamorada, y juegas ahora a no morirte nunca.

Anna escribe.

sábado, enero 19, 2013


LA SANGRE DE LA LUNA


¿Seguir leyendo o mirar a la hija cuando duerme?

La noche se sostiene en plumas húmedas, garúa que cierra ventanales, encoge espacios, silencia perros, gatos, y a los pájaros que llevo adentro.

Es la atmósfera antesala de recordatorio. Un confesionario sin escapatoria cubierto de cenizas.

Hoy quiero hablar con alguien: de la luna que me tiene congelada, del fantasma con quien vivo. No hay nadie, nada, ni aquella rabia que me dejaba temblando pero libre.

Soñé y fui encerrada en el presente.

Se vuelven piedras las palabras que dicto a mi inocencia, en un montículo que oprime la sagrada infancia, dejándome marchita de miedo y veleidad.

Sufre la pasión, oscila por mi estado solitario y no sé si asesinarla o darle aliento.
Si la tierra me sostiene, la luna me suspende con su sangre; pero el sol me funde y no puedo coagular toda la vida.

Para esta otra mujer que habito, vivir entre excesos y dudas resulta peligroso. Es la extremadura donde cavo un túnel que me lleve al permeable nacimiento.

Cierro los ojos y veo paredes desplomándose. Huyo ante la imagen de mi hija muerta.

Cuánto me cuesta confesar el odio.

Todo es penitencia, menos esta sangre lunar, dueña del mundo y de su pulso, a la que pido aguarde mi canción en su memoria y me conceda los latidos suficientes para poderme recordar, para saber decir de nuevo que amo.

AKL

martes, enero 15, 2013

CARTA A BRYAN

30 de enero de 1998... (una carta recién encontrada y vigente)

Vengo de ti, Bryan, de hablarte y pensarte conmigo aunque no estés esta mañana. Imagino tu cuerpo aún pequeño, disperso entre tantos otros niños con historias diferentes a la tuya.  Casi veo tu mirada puesta adentro, como la mía en muchas ocasiones.

Hasta hoy que me asaltan las peguntas temerosas: ¿Qué fue o qué hice de ti? ¿Cómo vivirás este profundo amor que te tengo? ¿Dónde estamos, hijo? ¿Dónde la madre, dónde el hijo?
Regresar al pasado siempre asusta. Regresar a verlo con ojos diferentes, despojarles el siempre y la razón, incrustarlos en el alma y creer fervorosamente en lo que atrapan... Tengo frío, por dentro tiemblo.

A veces creo que naciste antes por mi prisa de verte, de tocarte, conocerte.  Esa prisa permanece y se traduce en sueños y deseos pisoteados por tu armadura. No permites en tu mundo la entrada a nadie y no te culpo. A veces el encierro es protección y la protección siempre es perseguida por el miedo.

Tengo culpa y alegría. Culpa porque sin querer me diste miedo y yo también busqué la falsa puerta. Alegría porque sé que aún no es tarde para recuperarte y hacerte sentir un lugar en este mundo.

Deseo más que ninguna otra cosa en el Universo poder tocar tus pensamientos; estirar mi mano y hacer lo que tantas veces creo hace tu ángel y el mío: peinarte el corazón hasta dejarlo como un niño de mañana, recién yendo a la escuela.

Ahora sé que te has instalado en un sitio muy cómodo, para ti, pero también muy doloroso. Eres como una hojita de árbol que se niega a seguir creciendo; y si no creces, pequeño gran hombre, no te fortalecerás jamás, no podrás mecerte ante el viento, no cambiarás de color, no alimentarás a la tierra.

Quisiera decirte que todo será fácil y placentero, sin embargo debes saber que dolerá y quizá sufras más que ahora, pero tengo en mis manos la certeza de que lograré, algún cercano día, lo único que persigo al haberte nacido: tu felicidad, tu plenitud.

Muchos dicen que el futuro no se puede ver, y yo creí firmemente en este dogma durante muchísimos años, hasta ahora en que tú rompes ese velo. Siempre supe, de alguna manera, que tú llegaste a mi vida para regalarme un grandioso aprendizaje. Jamás creí que el obsequio me fuera dado tan temprano.

A menos de cumplir tus siete mayos, ya me has dado y enseñado tanto... Te recuerdo suavecito, tiernas tus manitas; y recién estrenando las palabras preguntaste: --Mamá, ¿y la luna?  Y era esa hora de la tarde en que la noche se le inserta despacio, como a hurtadillas, y el aire se torna azul plomizo...  Yo te respondí: 
--Aún no sale, hijo.  Jamás olvidaré tu vocecita anhelante: --¿Me la prendes?

Aquella tarde aprendí mi primera lección de magia blanca. A la luna, la podemos encender.

jueves, diciembre 15, 2011

MI LUNA


Mi angustia, al lograr quedar embarazada, era si lograría estar viva para el quinceaños de mi hija, debo confesar que fácil no ha sido. Atravesé cascadas de amarguras, con mis tablitas y chalecos de hule espuma. Y estoy acá, para ella, por ella, por mi terca energía de que nadie logre matarme con sus desplantes, con sus comentarios, con sus traiciones y demandas. Estoy acá, junto a ella, mi pequeña yo reloaded, mejorada, aumentada y mucho más sabia.
Mi luna bella, mi luna buena, lo mejor de mí. Este post es para ti, para que jamás olvides lo que tú haces en mi vida, en mi historia. Me has hecho ser una mejor madre, una mujer más cauta, más completa. Ahora tengo el valor de decir lo que siento sin temor a que me aplasten. Sabía mi vientre que tenerte me daría una vida extra, es decir, vivir contigo, junto a ti, pero jamás en ti.

Ahora siento que esto va un poco tarde, pero me aventaste como canica en lavadero con tu fiesta, con la remodelación de tu recámara, con tus sentires y pensares paisajísticos, y pues, hasta hoy, pasadas las fiestas de navidad, tú leyéndome y yo queriéndote, te hago saber, pequeña, que nada me ha hecho más feliz que saberte parte mía. Te adoro, hija, aun en tus peores momentos en que grita tu entraña odiando a la madre. Nunca te alejes, pescadita, aunque tu vida esté en otra parte, jamás olvides todo el amor que me provocas. Algunas veces, aunque sólo te vea dormir.

MOUMI.

martes, septiembre 13, 2011



MUJERES ARRIBA DE 45

Las mujeres de mi generación son las mejores. Y punto. Hoy tienen cuarenta y pico, incluso cincuenta y pico, y son bellas, muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas, y sobre todo, endiabladamente seductoras, esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitanea sus muslos, pero que las hace tan humanas, tan reales. Hermosamente reales.


Casi todas, hoy, están casadas o divorciadas, o divorciadas y vueltas a casar, con la idea de no equivocarse en el segundo intento, que a veces es un modo de acercarse al tercero, y al cuarto intento. Qué importa...

Otras, aunque pocas, mantienen una pertinaz soltería y la protegen como ciudad sitiada que, de cualquier modo, cada tanto abre sus puertas a algún visitante.

Nacidas bajo la era de Acuario, con el influjo de la música de Los Beatles, de Bob Dylan.... Herederas de la "revolución sexual" de la década de los 60 y de las corrientes feministas que, sin embargo recibieron pasadas por varios filtros, ellas supieron combinar libertad con coquetería, emancipación con pasión, reivindicación con seducción.

Jamás vieron en el hombre a un enemigo a pesar que le cantaron unas cuantas verdades, pues comprendieron que emanciparse era algo más que poner al hombre a trapear el baño o a cambiar el rollo de papel higiénico cuando éste, trágicamente, se acaba, y decidieron pactar para vivir en pareja.

Son maravillosas y tienen estilo, aún cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan.

Usaron faldas hindúes a los 18 años, se cubrieron con suéter de lana y perdieron su parecido con María, la virgen, en una noche loca de viernes o sábado después de bailar.

Hablaron con pasión de política y quisieron cambiar el mundo. Aquí hay algunas razones de por qué una mujer de más de 45 nunca te va a despertar en la mitad de la noche para preguntarte.... "Qué estás pensando?" No le interesa lo que estás pensando.

Si una mujer de más de 45 no quiere mirar un partido de fútbol, ella no da vueltas alrededor tuyo. Se pone a hacer algo que ella quiere hacer y generalmente es algo mucho más interesante. Una mujer de más de 45, se conoce lo suficiente como para estar segura de sí misma, de lo que quiere, y de con quién lo quiere.

Son muy pocas las mujeres de más de 45 a las que les importa lo que tú pienses de lo que ella hace. Una mujer de más de 45, tiene cubierta su cuota de relaciones "importantes" y "compromisos".
Lo último que quiere en su vida es otro amante posesivo.

Las mujeres de más de 45 son generalmente generosas en alabanzas.
Ellas saben lo que es no ser apreciadas lo suficiente.
Tienen suficiente seguridad en sí mismas como para presentarte a sus amigas.
Sólo una mujer más joven e inmadura puede llegar a ignorar a su mejor amiga.

Las mujeres se vuelven psíquicas a medida que pasa el tiempo. No necesitas confesar tus pecados, ellas siempre lo saben. Son honestas y directas. Te dicen directamente que eres un imbécil si es lo que sienten sobre ti.

Tenemos muchas cosas buenas que decir de las mujeres de más de 45 y por múltiples razones.

Lamentablemente no es recíproco. Por cada impactante mujer de más de 45, inteligente, divertida y sexy hay un hombre con casi o más de 50... pelón, gordo, barrigón y con pantalones arrugados haciéndose el gracioso con una chica de 20 años y haciendo el completo ridículo."



Dicen que este texto es de Santiago Gamboa??? Yo más bien creo que es el seudónimo de una mujer. Mmmm, lo investigaré.

Sí existe! Existe un hombre que piensa y siente esto. Me caí desde la torre de más de 21 siglos. Pues gracias, SANTIAGO, y felicidades.

domingo, septiembre 04, 2011

CARTA DE JORGE ENRIQUE ADOUM







queridas todas
hoy es el 6 de junio y desde hace tres días nos han devuelto el sol de quito que alguien nos lo quitó desde hace meses y quién sabe por qué
(la diferencia con el de allá es que uno lo busca lo ama lo mira lo cuida tal vez porque sabe que --como si se tratara de una mujer-- lo va a perder)
y recordando la ciudad ¿horrible? ¿tolerable? ¿querida pese a todo como una hija fea?
las recuerdo a ustedes hermosas inteligentes alegres generosas duraderas (desde la noche de mi llegada hasta la mañana de mi partida)
como para reconciliarse con la humanidad (¿les dije esto a todas o a algunas o alguna? ¿les agradecí que hubieran nacido o existir o haber estado en el momento preciso en el sitio preciso para que no desespere del mundo y de hoy día?)
y hasta reconciliarse con uno mismo por la lucidez (que es como una quemadura la más cercana al sol) de lo visto y la decepción de lo sido
cosas que --como el romanticismo que uno esconde por pudor en lo que escribe-- los demás no llegan a ver en lo que se hace
y ya de nuevo aquí como si no hubiera pasado nada
como si no hubiera que ir de quito a miami a ciudad méxico y de allí a monterrey para encontrarlas
como si no hubiera venido de monterrey a méxico a miami y de allí a quito
para sólo recordarlas
y me hacen falta precisamente para reconciliarme conmigo
y de nada sirve armar el tinglado de un bar en todo diferente
con un plato con pepinos y rábanos y zanahorias (aquí no hay jícama) cortados
y el benéfico zumo de limón gobernándolo todo junto a la sal su esposa
y un vaso (gracias anna) del mejor tequila (gracias de nuevo anna) junto a una buena cerveza
y de nada sirve porque no están ustedes y no están héctor siempre igual a sí mismo ni el ocasional y envidiable ausente lorin
y no está el encuentro con la poesía (me refiero a la auténtica en el "reforma" y no en el palacio de justicia) donde nos encontrábamos y hasta nos sobraba --como sucede a veces con el amor al día siguiente-- para compartirla con aves de paso de la poesía y no o de la poesía y no tanto o de la poesía y quién sabe
y hojeo (¿ojeo?) las páginas de dulce maría de malena de anna y de patricia (no hay páginas de ofelia sino el recuerdo de su rostro y su voz y la voz y el rostro de chela y analuisa y la pintura de ximena y el desapego ¿ocasional? de carmen)
llenándome los ojos y los oídos llenando quito (el mío personal ísimo)
con su ausencia
y yo aquí con esta palabrería igual a la de allá
ganando tiempo para decirlo todo
diciendo todo sin decir nada
porque el corazón no sabe hablar sino que balbucea o tartamudea
su lenguaje está hecho de sílabas que quieren decir gracias o te quiero
aunque sean palabras gastadas por el uso a veces indebido como el que se hace del rostro del héroe en las monedas

pero que algo --una intuición una mirada un beso en la frente una caricia en el pelo-- les devuelve el sentido que tuvieron
antes de ir de boca en boca golpeándose contra los dientes y la lengua hasta perder su sentido
y tener que inventarnos como los sordomudos un lenguaje de las manos
para comunicarnos a la distancia
un lenguaje de los dedos que escriben letras palabras frases
que quieren decir algo que quieren decir las quiero que quieren decir

gracias

y tú héctor ¿pensabas librarte de esta palabrería debido al vocativo femenino
¿creías que la reivindicación de género --yo pregunté una vez allá "¿Y dónde nos sentamos nosotras?"-- iba a abarcarte?
tenía que ponerte en un pedacito de esta carta aparte
por razones de género y razones corazonales
y como para continuar una conversación que no tuvimos
(en montevideo neruda fue a buscar una vez a enrique amorim amigo suyo y al no encontrarlo me dijo
"Qué pena no haberlo visto. Teníamos tantas cosas que no decirnos")
leo "De las utópicas ciudades" (porque suelo leer al revés esos libros que no continúan desde el comienzo)
y me siento de nuevo cerca de la puerta y te oigo esa ponencia que le faltó a Monterrey 96 para estar completo y sólo yo la escucho ahora
y te doy un abrazote por ella y por ti y por lo que eres y por lo que das <
echando de menos tu generosidad
y me tomo un trago solo y me haces falta también para eso

entonces
antes de echar una lagrimita (¡en mi orgullo! ¡a mis años!)
voy a beberme un trago largo (interrumpí la epístola ¿así se dice? y ya es la tarde crepuscular)
antes de ir a leer ante un público fiel unos poemas de fernando pessoa
y para no hundirme en su-mi pesimismo en su-mi amarga amargura
los veré a todos ustedes sentados a una mesa
haciéndome la ilusión de que esperan que termine de leer para unirme a ustedes
diciéndome esta vez quién sabe ojalá para siempre


Quito, Ecuador
6 de junio de 1996

Y así fue, querido maestro:  PARASIEMPRE...

EPÍSTOLAS






Intentando poner un poco de orden a este desorden donde habito, emergió de un cajón cierto grueso sobre amarillento. Lo puse de lado suponiendo contendría dibujos infantiles, recibos, u algunos otros papeles que tendría que tirar. Hace unos momentos tropecé con uno de los tesoros más grandes que un ser urbano, como yo, puede tener entre sus manos -sobre todo en estos tiempos pletóricos de cables, botones e imágenes gratuitas-. Todo un arsenal de cartas, dentro de sobres con estampillas y sellos postales, inundadas algunas todavía de huellas dactilares, tachones, aromas... He estado leyéndolas una a una, saboreando y recreando la época en que fueron escritas, imaginando al autor al estarlas redactando, sonriendo y derramando lágrimas.


Algunas de éstas son verdaderas joyas. Iré compartiendo cartas que, estoy segura, sabrán disfrutar quienes han recorrido junto a mí caminitos de mi historia.

jueves, septiembre 01, 2011

POEMA NUESTRO DE CADA DÍA

NOTICIA DE LOS DISPERSOS


En una equivocada edad donde caminan
los dispersos los que no han abierto
su verdad al mundo aún al resuello como el hilo
de lo que todos saben y no han dicho
perduran o perseveran en lo limpio los dispersos
en la desigualdad del orden donde guardan
como la sed como la musitante sed su avinagrado día
en ese digno
afán con una cifra
en la orilla de los números del mundo

Miserables los dispersos reiteradamente juntan
cuatro cosas y el alegre respirón de un aire viejo
se saludan
se sospechan
en la brusca memoria del amor
o la palabra (cualquier gesto)
los agrupa
o no los borra no los cuenta no los cita
pero los retiene
convidados de piedra confundidos en todo
casi se pierden
casi se dan por omitidos unos a veces
y apagan con los dedos una llama
escriben en la arena dicen que son niños
soplan en el polen transparente
y se ríen
pasan con su piedra antigua rotan como soles
se despiden se cansan se impacientan
los dispersos

Unas veces no
los hallaremos más nadie dirá petrificados
sus jardines su corazón sus herramientas
su triste manera de mirar algo tan lejos
muy algo tan lejos

Qué raros sonlos dispersos
a nadie le gusta tenerlos demasiado tiempo cerca
parecen ácido o luz
queman o incomodan no sabe uno qué hacer con ellos
abre la puerta
deja que salgan
toma gracias adiós
y que dios te cuide
pero no vuelvas

Ruido en el corazón
de los dispersos
eso debe pasar porque enmudecen
gritan cantan
sufren se despiertan
porque se van a pie distancias
que bien pensado nadie quiere caminar
y no se cansan sólo se mueren a veces
porque en su respiración hay un zumbido que parece canto
una razón que no los deja vivir que no los deja quedarse
y cómo hacer cómo decirles
que ya no
hay casi lugar

en esta celda para ellos.

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS

martes, agosto 16, 2011

HISTERIAS DE AMOR



Nunca quiso nadie no querer
el túnel los brazos de adolescente
la memoria
Nadie ha trocado ráfagas de errores
por sinembargos por sinohubieras
por talveces

A ochenta grados sobre cero
me derrumbo sobre tu océano
Nombro aquel beso horizonte
y al corazón de manos arrecife

Me deshielo
y dejo sin hacer todos los versos
Nada importo
Decido exportar todo
al único rincón auténtico que queda:
Mi inocencia...

LEYENDO A ANNA KULLICK LACKNER


Y de pronto surge una voz nueva, o debo decir: una letra nueva, tinta fresca, de esa que sacia una sed que ignorabas que tenías hasta que empezaste a beber de esas aguas, y no te llenas y quieres más, y escarbas en todas las arenas buscando ver brotar el manantial que te asegure que cada vez que lo necesites ahí estará para ti, que hecho libro o blog, o sitio, o como se llame ahora, (que ha cambiado tanto el mundo y los nombres que les damos a las cosas); pero la necesidad de sentir más que de saber, ésa no la cambia época ninguna... Y así encontré a Anna Kullick Lackner, con sus anaforismos, con ese encanto de la brevedad que te abre un mundo en el pensamiento y te obliga a pensar, a decir... Y llegas a su "sedienta de humedales" y en su jardín plantado de poesías, descubres árboles frondosos, de esos que te dan sombra en cualquier hora del día en cualquier estación del año, no mudan sus hojas… En cualquier momento me hará bien saber que también lleva un equipaje de sueños:

"Los sueños son genuinas obras de arte."

Y sigues leyendo, y quisieras decir: regálame este poema:

"Tierra demasiado herida
para este viento árido,
demasiadas noches para el poco sueño,
tanta muerte para encender una promesa..."

Y también la respuesta a una pregunta indiscreta:

"Toda pregunta que surja de un poema es un espejo"

Porque aquel que nació para ser palabra, cualquier día le nace un poema no escrito, es el viento, es el sonido, el renglón donde su voz queda impresa.

Te podría traer aquí línea por línea y decirte, Anna, qué bello escribes. Anna, ¿cómo es que por mí dices lo que yo no he podido decir?, te leo y me miro y me siento y me reconozco y me quiero olvidar y no puedo porque el masoquismo de sufrirme retratada me dice que existo.

"He dejado de tener tu edad
hace mucho,
la ventaja de morir
es no seguir creciendo…"

Y yo te digo, tú serás de las que no mueren, de las que seguirán creciendo, que lo que se pierde en edad se gana en eternidad.

Tú eres el eslabón unido, sin quererlo, a tantas vidas, a tantos encuentros que saludarán a tus versos por los caminos.

¿Tú crees que sólo se te lee? No, también se te llora:

"Tu verde corazón encadenado
que violé rabiosa por haberte muerto..."

Aún siguen ardiendo las fogatas de tus otoños, las avivan los vientos de los deseos falsamente dados por muertos...

"A veces uno piensa sin querer..."

¿Quién tuviera la rienda de los pensamientos?

"Si hasta la flama tiembla
al acorde de una voz,
cómo no iba yo a quemarme
en la orquesta de esos labios."

Y el corazón tiembla aquí, se acelera, como aparato buscador de tesoros, esta máquina nuestra que siendo parte tan intrínseca pareciera a veces tan ajena, dice detente, déjale la firma de un suspiro, muéstrale tu admiración y tu agradecimiento y yo obedezco y yo lo hago con toda humildad: ANNA KULLICK LACKNER, sigue escribiendo, no dejes descansar NUNCA tu pluma, ni tu voz.

Sinceramente, la más humilde de tus lectoras:

ISABEL MIRANDA DE ROBLES

viernes, agosto 12, 2011

GLOSA DEL AMOR


Existe un lugar donde el amor comienza

y un lugar donde el amor termina.

Hay un encuentro de manos que

acaba con los diccionarios.

Hay una mirada tan fiera

como un gran Belén abierto

corazón calera o pequeño verde fuego

en la antorcha del conocimiento.

Están las simples descuidadas palabras-lugar común

portentosas como una gran fisura

en el río Mississipi.

Manos, ojos, palabras desgastadas...

Fuera de éstas

el amor

inventa campos de batalla y el entrenamiento.

Hay un par de zapatos

sobre los que el amor camina

y el futuro es un misterio.

Habita el amor una entrega de advertencia

cuya factura no puede pagarse

sino mucho después.

Definiciones del amor

en todos los idiomas

y ninguna tan sabia como ésta:

Existe un lugar donde el amor comienza

y termina

y el amor nada pregunta.

("Explanation of love"/Carl Sandburg)

-Traducción libre de Anna Kullick Lackner-

miércoles, marzo 09, 2011

Anaforismos II

El mármol tiene el aroma del invierno, la tesitura del olvido, la presencia de la muerte.

La piedad debe desnudarse ante la presencia de su amiga, la tristeza, que quiere ser piedra.

Venga la muerte, venga el alivio, que por suerte y gratitud tengo el olvido.

Dios nos roba un sueño para perseguir su despertar.

La muerte: ondulada recepción de vida.

Dios es un mago: nos tritura lo que más amamos para mostrárnoslo más tarde en un diáfano diamante.

Los sueños son genuinas obras de arte.

Se alimenta al miedo como alimentar pájaros en jaulas.

Mi radio de necesidad abarca aún la cercanía: el contacto, la sabiduría de la pérdida.

lunes, septiembre 13, 2010

EL SUSPIRO DEL VACÍO




Juliana soñó que se llamaba Ausencia.

¿Es verdad el peligro en la amenaza de un sueño que siempre es cobarde?, pregunta a la mañana y le responde el suspiro del vacío. Es la flama vacua. Quiere saber si aún vive algo en ella, algún residuo que haya logrado soportar su solivianto, el envenenamiento a escondidas, esa manía de asistirse por la magia.

En la desesperanza asalta el hambre de imprimirle al tiempo una reversa vertiginosa. Cuando recuerda, anega el seco lago de deseos y cruza el puente de la nostalgia para estar a salvo.

Juliana escribe:
Podría entender. Quiero entender ahora, pero mi sangre rompe en hervores cuando recuerdo. Puedo acomodar asaltos del pensamiento como ordenar ropa en los cajones, ¿pero en el alma?
La razón, la inteligencia, están provistas de un archivo; el alma es diferente. Ésta vive distraída y de pronto un día la acuchilla una verdad, y todo en esa órbita se inquieta y se aborrasca. En ese lugar no hay armarios donde doblar los sentimientos. Es perfecta nebulosa que jubila prematuros juicios, escondite apócrifo que cierra la mirada y sin querer aguarda.

Siente a su mirada desangrarse, el sabor del tacto se ha hecho piedra; el tono se le escurre y no puede hablar sino en la nebulosa travesía de palabras.

Quiero saber si en mi último momento podré sentir la danza transparente que bailan los enamorados.

Por los agujeros de su laberinto se escapa el golondrino del amor, no sin antes estampar su vuelo contra muros cada vez más apretados. Su desfallecer en verso la despierta.

Estoy leyendo sobre el túnel de la muerte.


A.K.L
(poema en prosa inédito)

sábado, septiembre 11, 2010

Retorno


Regreso

Qué se puede decir después de tanto?
Inclino la mirada hacia mis manos y están cansadas
Demasiado verme adentro
demasiadas noches peleando con la querencia
tango amor y yo sin música...

El retorno...

Una vuelta más y estoy perdida. Me ordeno sentarme y abrir ese cuaderno que ha tragado todo el polvo del olvido. No quiero escuchar. Tengo miedo de acercarme demasiado. Alguien me lanza frases temblorosas, y en la mezcla diluida de sondios, alcanzo a entender que el estilete se ha extraviado, esa hoja afilada por silencios, a manos de una memoria cada vez más mentirosa.
Debo buscar en maletas, en aviones que jamás despegan, en corazones de bebé sobre pechos blandos de abuelas.

El miedo gira en mi estómago; en la garganta se enredan el trago de café, la voluta de humo, la saliva.
Abro el cuaderno lentamente, con timidez de niña ante el desconocido abrazo. Recorro el último poema y acude un asco de historia antigua. Prisa por abrir una ventana, llanto por el aire impávido, niebla de un sol que ya he perdido.

Cardúmenes veloces timbran en mi vientre. Me ruegan que los deje libres, pero ellos se entreveran con caminos de corales rojos: estrelladas multitudes. ¡Para de llorar! gritan sus vuelcos. El tiempo y el perdón recorren calles cruzadas pero jamás se encuentran.

Perdón es tiempo de guerra, garras desgastadas trepando la montaña que me aplasta.
Imagino y la mirada se me ensarta en las tinieblas.
Espero una flecha que rasgue esta noria de recuerdos.

El mareo acusador me conduce hasta la cama donde soy un caracol.
Aun con el silabro de mi antigua voz no termino de abrumarme.

También de no escribir se escribe.

lunes, abril 30, 2007


LOS TESTIGOS DEL JARDÍN

De pronto una mañana me tropiezo con este texto de mi amigo David Ojeda. Me dije: yo soy un caracol...



Los caracoles aceptan la soledad sin el temblor de párpados
que observamos cada mañana en nuestro espejo
Ellos van con su casa a cuestas
y asoman a los jardines un cuerpo que no logramos entender
Cada día su voluntad apenas debe esforzarse
para desentrañar el minúsculo milagro del terreno

Adheridos a hierbas que tiemblan y crecen bajo ellos
no duermen por la noche sino vigilan
el paso de un zorro con hambre
o el de un viejo borracho que cruza el jardín
en busca de la cama donde yace en el sueño su mujer

No hay misterio que escape a su cuidado
y con él no desean los caracoles otra cosa que conservarlo en las antenas
Quedan ahí las noticias de un mundo que nace
y se corrompe cada segundo
Han aprendido a cuidar su humildad
para corresponder con ella a su apariencia y su tamaño
sin embargo atesoran el saber de quien observa el mundo desde el suelo
entre las hojas libre y solo
Así escriben sus libros y luego los dejan perecer a su lado
en medio de una trampa de sal
ante la vejez o los depredadores que los atraviesan con picos
con uñas y tridentes
Saben no obstante
que la razón de un libro no comienza o termina en sus lectores
que la última finalidad de una palabra en nadie descansa sino en algo

Reconocen cada día cuando el rocío los reanima
y Madigan pone su pie junto a ellos
que un signo en el cielo completa el espectáculo de sus puntos de vista

Los caracoles se arrastran por el jardín
y sus huellas llegan a cruzarse sin que uno u otro se toquen
Su paso y sus acciones en busca de una hoja mejor
al acoso de algún organismo muy pequeño
cubren el terreno con la trama invisible
que el podador o el perro no atestiguan o comprenden

Los caracoles dejan sus casas vacías luego de morir
Queda su cuerpo sin vida para ser devorado por las hormigas
que se aproximan con cuidado y se ponen a comer a cortar
a trasladar la carne húmeda y fría
Poco a poco dejan hueca la morada
y cuando la última hormiga sale de ella no puede evitar apresurarse
Las casas abandonadas asustan
Las casas vacías atesoran ecos que los débiles de corazón
los callados y razonables los enemigos de los sueños
los infieles del azar y la risa
no logran ni quieren entender
Las casas donde alguien ha muerto conservan un fantasma para siempre

El caracol nunca aguarda una pareja
sólo para abandonarse en un orgasmo repentino
Su espera intenta descargar la soledad de un encuentro especular
No tiene sentido hablar de sexo cuando dos caracoles
se aproximan a un contacto moroso
Uno y otro se corresponden con huecos que la casualidad propicia

El estupor de todo amante frente a un sexo que desconoce
es un evento que los caracoles ignoran
Su retiro se completa en su propio cuerpo y sus citas
-como obra fortuita de un deseo delicado que sin embargo llega a la desmesura-
sólo habrán de producir la perdurable fascinación
ante lo que nos proporciona una fugaz imagen de plenitud
y entonces el jardín padece la aproximación de una mano
que puntualmente los priva de reposo
sin atender el grito un gemido los murmullos.

(David Ojeda/Los testigos de Madigan)

jueves, enero 18, 2007


ENTREVISTA

25 Instantáneas de Anna Kullick Lackner o Entre la inflancia, la alcoholescencia y la dorada chupentud / Héctor Alvarado Díaz

1)¿Sospechas de alguien?
De mí misma. Me persigo todo el tiempo. Soy una auto-detective profesional. A veces me pierdo, pero sólo por unos momentos. Siempre me vuelvo a atrapar.

2)Si pudieras metamorfosearte ¿serías...?
Águila, porque a cierta edad es capaz de cambiar plumas y pico. O Serpiente, porque puede cambiar de piel y sigue pululando tan campante.

3)¿La poesía sirve para algo?
Nada más para seguir viviendo. Sin la poesía, el lector está condenado a perderse esa parte pasional, axial en la existencia.

4)¿Cuáles son tus manías?
Verme demasiado adentro, morderme los labios y envenenarme (siempre legalmente).

5)Hombre ideal.
No existe. Sin embargo, en mi fantasía hollywoodense, sería Al Pacino. Éste es un hombre sumamente intrigante, con un gran sentido del humor, básico en mi lista de atributos masculinos.

6)Mujer ideal.
Yo. Jajaja. No, ya en serio, creo que cualquier mujer, sólo por el hecho de tener la capacidad de producir vida, ya es ideal. Admiro mucho a Julliete Binoche.

7)¿La amnesia sería la peor condena?
No. Siempre he luchado por darle al presente un sitio preponderante. Quien puede olvidar, anula un enorme trozo de angustia.

8)¿Amistosa o belicosa?
Mi tiempo belicoso fue tragado por los años. La amistad ahora es la más nutritiva de mis emociones.

9)Poetas de cabecera.
Clarice Lispector, Jorge Teillier, Alejandra Pizarnik, Antonio Gala, Sylvia Plath, Jorge Enrique Adoum, entre otros.

10)¿Tienes que conocer para luego escribir?
Conocer no, palpar con la mirada y escribir. Al decir “mirada”, me refiero a la onírica, a esa lente del corazón. Creo que jamás llegamos a conocer a nadie ni a nada por completo.

11)¿Cómo eliges tus títulos?
Si me preguntas, es porque apestan, jajaja. El título es la parte más difícil de la obra. Al menos para mí. Es lo último en que trabajo.

12)¿Crees en fantasmas?
Sí, claro. Vivo con varios bastante pirados. Algunos, te puedo decir, son muy crueles; otros son totalmente inofensivos, nada más andan aquí, suspendidos.

13)¿Te afecta la crítica?
Obviamente, pero no permito que ésta transforme mi oficio al grado tal de escribir como algunos quieren. Ya tengo suficiente con mi “persecuta” como para tomar a pecho la crítica de otros.

14)¿En un mundo perfecto dejarías la escritura?
No. Aunque quiera no puedo dejar de escribir. Además, el mundo jamás será perfecto… Necesito aprender a vivirlo así y desde ahí seguir escribiendo.

15)¿Escribes pensando en alguien?
Primero en mí y luego, a veces, en personajes, elementos o situaciones que trastocan mi vida.

16)¿La disciplina es un arma o un lastre?
Es un arma de doble filo. Por un lado corta y por el otro es una eficaz herramienta.

17)¿Te intriga la muerte?
Mucho más que si estuviera “viva”. Me obsesiona. Me asumo como un ser que en cualquier momento deja este plano y viaja a otro (de esto estoy segura). Entonces, debo confesar que todo lo desconocido me asusta.

18)¿El que ignora es más feliz?
Los que ignoran están menos atribulados. La felicidad no existe como tal. Son efímeros estados donde uno se siente pleno, vivo, pues.

19)¿Te han censurado?
No, nunca. Creo que soy demasiado “light”. Sin embargo he sido rechazada en algunas ocasiones. Ahora, hablando de autocensura, pues de nuevo ahí me tienes… nunca estoy conforme del todo.

20)¿La ciudad, el mar, el bosque o el desierto?
El mar y el desierto. Si están enamorados, mejor.

21)La que escribe y la que vive ¿son una misma persona?
Definitivamente no. Al escribir tengo que disociarme. Lo difícil es regresar a ser yo misma, la que cuida hijos, la que hace la comida, la que va al mercado, etcétera. Siempre tengo adentro ese apuntador literario al que tengo que callar cuando no tengo papel y pluma a la mano.

22)¿Agotas un tema antes de pasar a otro?
Lo intento, pero no siempre sucede. Hay demasiadas voces y en ocasiones no puedo soslayarlas. Estoy escribiendo sobre el amor, por ejemplo, y de pronto las campanas de una iglesia me llevan a cuestionarme el odio y el egoísmo. Así de loco.

23)Qué te dicen las palabras:

Tiempo: Alivio. Aprendizaje.

Imaginación: Magia del espíritu.

Madre: Ausencia.

Lengua: Daga. Estilete.

Impuestos: ¡Qué miedo!

24)¿Escribes narrativa en secreto?
Tan en secreto que no la escribo. Y si algún día la plasmé, siempre fue tras la óptica de la poesía. Ahora, precisamente, estoy trabajando en un libro de Poemas en Prosa.

25)Entre el deseo y la realidad ¿por cuál apuestas?
Por el deseo. El deseo es el combustible para seguir andando. Una vez que éste se realiza, el camino se detiene y hay que desear de nuevo, estar siempre impregnados de deseo.


(Ésta es una entrevista que salió publicada en el periódico La Roka)

jueves, noviembre 09, 2006

ACERCA DEL VIVIR...

El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra:
Vivir.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es
Vivir.
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.

Sucede, por ejemplo,
que estamos muy enfermos;
que hemos de soportar una difícil operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvamos a levantarnos de la blanca mesa.
Aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencia
las últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer movimiento,
puede caerse cara a tierra, y morir.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor,
y a pesar de todo, preocuparnos apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
Sucede
que estamos en la cárcel.
Sucede
que nos acercamos
a los cincuenta años,
y que falten dieciocho más
para ver abrirse las puertas de hierro.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.

Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
-no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-,
como una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente que se pueda decir: "He vivido".


NAZIM HIKMET

Nota de la rateracción: Yo confieso haberme "volado" este poema del blog de mi amigo Ángel. Mea culpa, mea culpa.

POEMA NUESTRO DE CADA DÍA


OTOÑO SECRETO

Cuando las amadas palabras cotidianas
pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan,
ni el agua, ni la ventana,
y la tristeza ha sido un anillo perdido bajo nieve,
y el recuerdo una falsa esperanza de mendigo,
y ha sido falso todo diálogo que no sea
con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas
en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela
y las manzanas puestas a guardar.
Cuando la forma de los árboles
ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada por la turbia
memoria del otoño,
y los días tienen la confusión
del desván a donde nadie sube
y la cruel blancura de la eternidad
hace que la luz huya de sí misma,
algo nos recuerda la verdad
que amamos antes de conocer:
las ramas se quiebran levemente,
el palomar se llena de aleteos,
el granero sueña otra vez con el sol,
encendemos para la fiesta
los pálidos candelabros del salón polvoriento
y el silencio nos revela el secreto
que no queríamos escuchar.

JORGE TEILLIER

(De Para ángeles y gorriones, 1956)

viernes, septiembre 29, 2006

LA PRIMOGÉNITA

Van a dar las cuatro y yo ando como maíz a punto de explotar en palomita. Un calor agónico se me incrusta en el ala derecha y no puedo conducirme equilibradamente. Luna me dice que me calme, que no pasa nada. (Asombro al escucharme en la blanda voz de una hija).

A veces odio tanto a esa otra que le da por ser protagónica. O no sé, lo cierto es que el inconsciente es más fuerte que el amor.

Es viernes 22, mi padre se casa dentro de tres horas, a "escasas" dos viudeces. Por más que quiero decirme que no es para tanto, algo en esta encogida memoria me dice que sí. Voy camino a elegir un vestido para mi hija y otro para mi sobrina, hija de Katy, mi hermana. Gracias a Mague hago esto, si no, creo que daría igual. Estoy demasiado petrificada como para ocuparme de exteriores.
Somos lo mismo: Noali, la hija de Katy, es yo 35 años atrás. Luna, mi hija, es mi hermana 35 años antes: buscando vernos lindas, aceptadas, incluidas en el segundo matrimonio de Walter, hace 35 años.

Cuando papá perdió a mi madre, el canto inocente que llevo dentro, creyó que no existía el peligro de compartir esa mitad de amor, que la vida "magnánima" le había dejado. No fue así. Nueve años después, esa fracción se esfumaba en el vapor de un nuevo matrimonio, otros hijos, otra casa.

¿Para qué escribo esto? Debo rescatar aquellos sentimientos que no por pertenecer a una niña los hacen más pequeños. El desconcierto se tatua para siempre.

Al observar de lejos a mis otros hermanos, hijos de Tala (segunda esposa), no pude sino empatizar con ellos. Quise decirles frases filosóficas que sólo he aprendido pero jamás he puesto en práctica; quise abrazarlos como hubiera yo querido que su madre me abrazara aquel día de su boda; quise bromear con ellos, y llorar -¿por qué no?- ante la felicidad de nuestro padre y nuestro propio terremoto. Mas el llanto congelado me apretó la víscera. La verdad es que el tiempo, empapado en silencios, congela hasta el más puro y auténtico atisbo de caricias.

Mañana será otro día. Mañana mi padre me dirá: ¿de cuáles hermanos estás hablando? O tal vez también agregue: Todo evento familiar es traumático...

Sólo me queda respirar hondo y profundo, recorrer el océano de la historia; brindar por todos, por mí, y navegar....

Atravesar la vida.

jueves, agosto 24, 2006

ABUNDANCIA

El pasado 8 de agosto del 2006 (8-8-8), fuimos convocados a una ceremonia para crear abundancia. Partimos a la sierra de Arteaga y rentamos una cabaña preciosa en Monterreal. Curiosamente nos asignaron la número 8, llamada Barioloche. Nos reunimos 8 amigos: Malena, Chelo, Alejandra, Fernando, Marc, Hugo, José y yo. Y a las 8 de la noche preparamos todo: flores, frutos, semillas, velas, incienso, aromas, música, libretas, billete, monedas.... y tuvimos una meditación de limpieza primero, y luego el ritual.

Todo fluyó enmedio de una especial armonía, con la lluvia fina que caía afuera, la montaña como guardiana custiodiándonos y la fuerza que se hizo presente.

Al finalizar, no podía faltar la consabida carne asada, las quesadillas, aguacate, vino, etc., que coronaron esa noche junto a las charlas y risas de todos nosotros. La enorme luna llena nos filmaba.

Al día siguiente fuimos a visitar un terreno de la familia de Malena, que está ahí cerca, y recolectamos pequeñas manzanas que comimos untadas de chamoy. El aroma a pinos era simplemente delicioso; el cielo de un espectacular azul con sus blanquísimas nubes bordadas sobre él, pájaros increíbles que jamás había visto: azules, amarillos, verdes... En fin, que daban ganas de nunca retornar.

Pero había que regresar a esta ciudad con olor a mofle -como dice José- y seguir en contacto con la energía allá recolectada. ¡Qué difícil!

El jueves pasado "amarramos" la ceremonia en el rancho de Malena. Encendimos las pequeñas velas verdes (que regularmente se consumen en un par de horas) y había que quedarnos ahí hasta que se extinguieran. Pues la mía, junto a la de Susy, tardaron más de nueve horas en terminarse. Me pregunto qué significará...

El resultado de todo esto, hasta ahora, se ha manifestado en mí con mayor energía, más conciencia, mejor humor. El dinero... ah, ése está por llegar. Lo sé.

jueves, junio 08, 2006

MIS PÁJAROS ADENTRO


Me quedé toda la noche con la pregunta de Herman: ¿Cómo son esos pájaros que dices tener dentro?

Pequeñitos emplumados
de eléctricos colores
aletean todavía en el fondo de mi océano
buscando la semilla que extravié hace tanto

A veces los comprime el relámpago de cierto asombro
y se vuelven delfines diminutos
Su risa restaura diques fisurados
por donde se filtra mi existencia

Su libertad es íntima
su credo es el libro de mi espíritu
recorren cada línea
con sus alas delicadas
y lo barren de nostalgias y arrepentimientos

Las parejas ocurren a habitar mi vientre
ahí se multiplican
En verdes y frondosos nidos
entibian a sus vástagos
con el fértil vaho de mis sueños
y los sueltan a volar hacia mi pecho
donde hacen un concierto de tambores

Cuando se me cae un verso
cuando maldigo el largo estiaje
y no puedo llover
cuando la rabia toma riendas
alguno muere y los demás esconden sus cabezas

Entonces
se enluta la mirada
todo el vértigo del mundo me acompaña.

lunes, mayo 15, 2006

POEMA NUESTRO DE CADA DÍA

LOS ENJAULADOS

Lerdos,
bostezando en la gelatina incolora
donde flotan sus vidas, envejecen,

Vagabundos, de un lado a otro
de otro a uno cargando papeles, envidia, caspa y
desesperanza, bostezan,

Sin miseria ni gloria, a media tinta,
entre dos aguas.

Donde terminan las colas que nacen
en los barrios, crece su rencor y su vagancia
y tienen casillas, permisos, desgano, calendarios,
donde nos archivan, sumillados,
manchados para siempre de huellas dactilares
el corazón.

Y para no escuchar el gemido de la sangre
duermen sordos, atados auriculares de teléfono,
mordiendo soledad, barbitúricos y otra vez
desesperanza y lágrimas.

¡Y de pronto!
saltan de la cama, encienden la luz y hacen cuentas,
en los ascensores, hacen cuentas, sobre dos senos,
sobre las mesas,
bajan a los negros prostíbulos y hacen cuentas y
despiertan crispados, mordiéndose las uñas,
el plazo vencido, la excedida farra.

Lerdos, abandonados de la esperanza
pero también por la desesperanza, flotan
en su amargo escritorio, el naufragio.

Bajo empañados vidrios
guardan el cabello apelmazado
del primer amor, el profiláctico del primer soborno,
y el banderín recordatorio
de como muchachos los devoró la vida.

Y a cada rato,
miran el reloj y les nacen úlceras, hemorroides,
diarrea, estreñimiento, un dolorcito aquí,
constante, aquí en la espalda y toman jarabes,
tónicos, reconstituyentes,
y en las noches maritales lagrimean el supositorio, uno
cada antes de acostarse ¡Cuidado!

Jamás miran atrás o hacia abajo
porque los estrangula el vértigo, arriba,
siempre miran arriba, la vida está
en los décimo segundo pisos
y hay que financiarla
aunque sea cabizbajos y acumulan
pequeños recuerdos, pequeñas miserias,
pequeños rencores y a la hora del almuerzo
hacen grandes discursos, con enormes índices
señalan a sus hijos y arrodillados
se masturban, sí, solitarios,
fisgoneando en los baños a niñas que lloran
en secreto, la sombra del miedo
que ha empezado a crecer bajo sus vientres

Y hablan
de moral y descienden a los sótanos,
a los solapados closets donde se miran
contra tres espejos, con calzones rosados,
con prendas secretas y besan
garantizados amuletos y así,

Sin alegría y sin tristeza,
deambulan, del escritorio al bar, del bar a la mentira y
de allí

a la cama. Sabiendo que despertarán,
unos minutos antes despertarán,
con la amarga zozobra
de que el reloj va a sonar

y nos lance otra vez, amor mío,
a esta vida que ya no quiero.


Iván Oñate

(de En casa del ahorcado, 1977)

viernes, abril 21, 2006

POEMA NUESTRO DE CADA DÍA

Malena me cuenta que conoció a Gonzalo Rojas. Me dice que esas cuatro horas en su casa de Chillán, no me las puede relatar sino en muchos días. Para celebrar y compartir coronariamente ese espectacular acontecimiento, pego aquí uno de mis poemas preferidos.

LOS CÓMPLICES

Te decía en la carta que juntar cuatro versos no era tener el pasaporte a la felicidad timbrado en el bolsillo, y otras cosas más o menos serias como dándote a entender que desde antiguamente soy tu cómplice cuando bajas a los arsenales de la noche y pones toda tu alma y la respiración perfectamente controlada, por mantener en pie tus rebeliones, tus milicias secretas a costa de ese tiempo perdido en comerte las uñas, en mantener a raya tus palpitaciones, en golpearte el pecho por los malos sueños, y no sé cuántas cosas más que, francamente, te gastan la salud cuando en el fondo sabes que estoy contigo aunque no te vea ni tome desayuno en tu mesa ni mi cabeza amanezca en tu pecho como un niño con frío, y eso no necesita escribirse.

Gonzalo Rojas

martes, marzo 28, 2006

AJENA Y TRANSPARENTE


Tierra demasiado herida
para este viento árido
demasiadas noches para el poco sueño
tanta muerte para encender una promesa

Mordido el corazón
el sello de mi sueño recurrente
aturdía a la cercana despedida
con canciones subterráneas
encuentros desnudos de carne
enjambrados símbolos
palabras

Tuve frío y mastiqué glaciares
No pude ver el fuego
deshaciendo en polvo
a las certezas

Ahora derramo estas líneas torpes tropezadas
sin necesidad
como si supiera
que me hiciste estar
sin haber logrado ser

Sólo en un instante huérfano
insistió la luna
y pude ver el centro:
un alma nueva ajena
transparente entre nosotros.

martes, marzo 21, 2006

VEINTE AÑOS ATRÁS


Blanca Peinado está triste y nostálgica por cuatro ausencias: Tía Licha, Paty Laurent, Alicia Loverde y Lorin (igual de verde, en cuanto a juventud). Chela Rodríguez extraña horrores a Ana Luisa, hija de Licha, hermana de Paty, cuñada de Lorin y tía de Alicia.

Blanca y Chela me invitan a pasar el fin de semana con ellas en el campo. Las ilusas creen que yo puedo compensar en algo la nostalgia de sus quereres. No saben que también yo tiemblo ante la ausencia, que igual que a ellas -o más- a mí me carga el payaso cuando advierto ese vacío irrellenable de presencias. En fin, todos tenemos esa ilusión absurda de rodearnos con personas u objetos que nos hagan menos difícil la oquedad.

Cargué a Luna, a Bryan, la bicicleta, vino blanco, carne, taquitos al vapor, garras, gorras, y a mí misma -esto último fue lo más difícil-. Y allá vamos, hacia el deseo compartido de dejar dormida a la ciudad y despertarnos entre árboles, viento pío, música de río, río de vino y de cervezas... reparar la mirada y oscilarla entre fuego y estrellado firmamento, cantar y contarnos la vida.

Es extrañamente hermoso cuando uno decide dejar la amnesia y sumergirse en el mundo donde los recuerdos se completan, se complementan. Chela y yo nos dimos a repasar cuando aún no existían hijos, cuando el rugido de la vida era un concierto y no el cierto desconcierto en el que hoy se ha convertido... Veinte años pa´trás. Recordamos ese viaje en auto. Ella, Ana Luisa y yo, desde Cancún hasta Monterrey. ¡Qué viaje psicotrópico ni qué nada! Estábamos allí, creyendo tener toda una vida por delante, dobladas de la risa, odiándonos a ratos; "filosofando" -como si supiéramos-, escuchando el repetido cassette de Emmanuel -qué güeva-, pero felices, sintiéndonos las hiperchingonas del mundo.
Más de una semana que terminó muy cerca a nuestra muerte. Casi llegando, una llanta se tronó y si no hubiera sido por la pericia de Chela al conducir, nos hubiéramos matado. La velocidad nos proyectaba a 140 kms/hora.

Hoy, inevitablemente, pienso en los angelotes que tenemos. Creo que ya han de estar más "agüelos" que nosotras, cuasi en silla de aerolitos y tanques de oxígeno celestial... Pero aquí estamos, y los pobres cabrones, partiéndose su progenitora por cuidarnos.

En lo personal, a mí casi no me gusta echarme clavados al pasado, pero en esta ocasión, con la transparencia de Blanca -no pudieron sus apacitos escogerle un mejor nombre-, con su perro, Golón, a quien Bryan bautizó como "Gorrón" pues se les trepó a media noche en la cama y los babeó de pies a cabeza; con la sencillez y destreza humorística de Chela -ídem con Blanca-, con la cercanía de mis hijos -en un par de años no me acompañarán más-, con la presencia onírica, mágica, etérica de tía Licha; y con la visita "fantasmal" de mi señor padre, pude juntar algunos pedazos, sentirme, como hace mucho no lo hacía, en la Villa de los Reyes.
El regreso a la urbe fue triste. A pesar de que Chela se esforzaba por sacarme conversación, sabía que mi alma tardaría lo que ahora tarda por llegar. Tomé un trago de mi lista: Vivir mis últimos años fuera de esta tortuosa ciudad.

P.D. La de la foto es Chela.