domingo, diciembre 04, 2005

Chiloé

ANAFORISMOS II (Continuación)

Ahora que han dejado la salvación del mundo en nuestras manos, ya no hay tiempo ni para preguntas.

El premio de escribir es poderse perdonar anticipadamente; y el castigo es reconocerse publicado.

Yo me morí hace tiempo, lo que pasa es que me tengo tanta lástima que no me atrevo a decírmelo.

Mi amor te mantendrá joven.

Un poeta debe ser capaz de temblar con el anuncio de una luz, doblarse ante la luz misma, saberse esconder tras la palabra luz, y aún así brillar.

Creo en mi oficio de crear. Creo el artificio de creer.

Hay una sola vocación verdadera: el sendero del espíritu.

Aun reparado lo quebrado, la fisura permanece.

Donde tu palabra quepa, donde pueda germinar, jamás encontrarás indiferencia.

La muerte es todo aquello que me vive.

Mira la hierba que respira y vive a pesar de ti.

Vive la noche, que el día te vive, se hace cargo.

Yo te perdono por haberme perdonado.

Dicen que Dios tuvo que estar borracho cuando me trajo al mundo. Y yo contesto honestamente: la borracha tuve que haber sido yo cuando pedí venir.

Mirémonos a los ojos, que de nuestros corazones yo me hago cargo.

Si no voy a morir por ti, entonces vivo tu muerte en mí.

La cantidad y frecuencia de las lágrimas del árbol determina la longitud y grosor de sus raíces.

He perdido la cordura intentando perder la gordura.

La jaula ha heredado la algarabía de mis sueños. Los pájaros que puse adentro, no.

Ámbar es mi alma, canela mi madera. Roca es mi esperanza y cenizas son mis fuerzas.

Me has dejado un gusto a sangre en la memoria. Y en la sangre, tu memoria.