El mármol tiene el aroma del invierno, la tesitura del olvido, la presencia de la muerte.
La piedad debe desnudarse ante la presencia de su amiga, la tristeza, que quiere ser piedra.
Venga la muerte, venga el alivio, que por suerte y gratitud tengo el olvido.
Dios nos roba un sueño para perseguir su despertar.
La muerte: ondulada recepción de vida.
Dios es un mago: nos tritura lo que más amamos para mostrárnoslo más tarde en un diáfano diamante.
Los sueños son genuinas obras de arte.
Se alimenta al miedo como alimentar pájaros en jaulas.
Mi radio de necesidad abarca aún la cercanía: el contacto, la sabiduría de la pérdida.
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