lunes, mayo 30, 2005

Poema nuestro de cada día

Tengo un extraño ritual que he ido adquiriendo a falta de conversaciones: abrir un libro de poemas justo al momento de despertar. Todavía con ojos semicerrados, medio acurrucada en mis propios brazos, acudo a uno de mis estantes y lo atrapo. Es epopéyico, al menos para mí, encontrarme de pronto ante un texto que encierra, o simplemente sugiere, el sueño de la noche anterior. Hoy me sucedió. Se los comparto, es de Miguel Barnet.

"Como quien se equivoca
de tren
como quien pierde la ruta
y se desvía por una calle errática
Como el sonámbulo que
camina hacia atrás
y choca con sombras y cortinas
Como el que pierde sus propias pisadas
así he llegado
a esta ciudad
que sin embargo me acoge
en su fiero laberinto
de lumbre y espejismos
Lamento cada minuto de mi vida,
el amor que no le pude dar".

Debo aclarar que la ciudad puede ser cualquier cosa: una historia, un animal, una flor, un hombre...


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