El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra:
Vivir.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es
Vivir.
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.
Sucede, por ejemplo,
que estamos muy enfermos;
que hemos de soportar una difícil operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvamos a levantarnos de la blanca mesa.
Aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencia
las últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer movimiento,
puede caerse cara a tierra, y morir.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor,
y a pesar de todo, preocuparnos apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
Sucede
que estamos en la cárcel.
Sucede
que nos acercamos
a los cincuenta años,
y que falten dieciocho más
para ver abrirse las puertas de hierro.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.
Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
-no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-,
como una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente que se pueda decir: "He vivido".
NAZIM HIKMET
Nota de la rateracción: Yo confieso haberme "volado" este poema del blog de mi amigo Ángel. Mea culpa, mea culpa.
Los humedales son pequeños oasis en el desierto, milagros terreacuáticos donde se gestan universos tangibles e intangibles, grandes y pequeños, creíbles o increíbles...
jueves, noviembre 09, 2006
POEMA NUESTRO DE CADA DÍA
OTOÑO SECRETO
Cuando las amadas palabras cotidianas
pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan,
ni el agua, ni la ventana,
y la tristeza ha sido un anillo perdido bajo nieve,
y el recuerdo una falsa esperanza de mendigo,
y ha sido falso todo diálogo que no sea
con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas
en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela
y las manzanas puestas a guardar.
Cuando la forma de los árboles
ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada por la turbia
memoria del otoño,
y los días tienen la confusión
del desván a donde nadie sube
y la cruel blancura de la eternidad
hace que la luz huya de sí misma,
algo nos recuerda la verdad
que amamos antes de conocer:
las ramas se quiebran levemente,
el palomar se llena de aleteos,
el granero sueña otra vez con el sol,
encendemos para la fiesta
los pálidos candelabros del salón polvoriento
y el silencio nos revela el secreto
que no queríamos escuchar.
JORGE TEILLIER
(De Para ángeles y gorriones, 1956)
viernes, septiembre 29, 2006
LA PRIMOGÉNITA
Van a dar las cuatro y yo ando como maíz a punto de explotar en palomita. Un calor agónico se me incrusta en el ala derecha y no puedo conducirme equilibradamente. Luna me dice que me calme, que no pasa nada. (Asombro al escucharme en la blanda voz de una hija).
A veces odio tanto a esa otra que le da por ser protagónica. O no sé, lo cierto es que el inconsciente es más fuerte que el amor.
Es viernes 22, mi padre se casa dentro de tres horas, a "escasas" dos viudeces. Por más que quiero decirme que no es para tanto, algo en esta encogida memoria me dice que sí. Voy camino a elegir un vestido para mi hija y otro para mi sobrina, hija de Katy, mi hermana. Gracias a Mague hago esto, si no, creo que daría igual. Estoy demasiado petrificada como para ocuparme de exteriores.
Somos lo mismo: Noali, la hija de Katy, es yo 35 años atrás. Luna, mi hija, es mi hermana 35 años antes: buscando vernos lindas, aceptadas, incluidas en el segundo matrimonio de Walter, hace 35 años.
Cuando papá perdió a mi madre, el canto inocente que llevo dentro, creyó que no existía el peligro de compartir esa mitad de amor, que la vida "magnánima" le había dejado. No fue así. Nueve años después, esa fracción se esfumaba en el vapor de un nuevo matrimonio, otros hijos, otra casa.
¿Para qué escribo esto? Debo rescatar aquellos sentimientos que no por pertenecer a una niña los hacen más pequeños. El desconcierto se tatua para siempre.
Al observar de lejos a mis otros hermanos, hijos de Tala (segunda esposa), no pude sino empatizar con ellos. Quise decirles frases filosóficas que sólo he aprendido pero jamás he puesto en práctica; quise abrazarlos como hubiera yo querido que su madre me abrazara aquel día de su boda; quise bromear con ellos, y llorar -¿por qué no?- ante la felicidad de nuestro padre y nuestro propio terremoto. Mas el llanto congelado me apretó la víscera. La verdad es que el tiempo, empapado en silencios, congela hasta el más puro y auténtico atisbo de caricias.
Mañana será otro día. Mañana mi padre me dirá: ¿de cuáles hermanos estás hablando? O tal vez también agregue: Todo evento familiar es traumático...
Sólo me queda respirar hondo y profundo, recorrer el océano de la historia; brindar por todos, por mí, y navegar....
Atravesar la vida.
A veces odio tanto a esa otra que le da por ser protagónica. O no sé, lo cierto es que el inconsciente es más fuerte que el amor.
Es viernes 22, mi padre se casa dentro de tres horas, a "escasas" dos viudeces. Por más que quiero decirme que no es para tanto, algo en esta encogida memoria me dice que sí. Voy camino a elegir un vestido para mi hija y otro para mi sobrina, hija de Katy, mi hermana. Gracias a Mague hago esto, si no, creo que daría igual. Estoy demasiado petrificada como para ocuparme de exteriores.
Somos lo mismo: Noali, la hija de Katy, es yo 35 años atrás. Luna, mi hija, es mi hermana 35 años antes: buscando vernos lindas, aceptadas, incluidas en el segundo matrimonio de Walter, hace 35 años.
Cuando papá perdió a mi madre, el canto inocente que llevo dentro, creyó que no existía el peligro de compartir esa mitad de amor, que la vida "magnánima" le había dejado. No fue así. Nueve años después, esa fracción se esfumaba en el vapor de un nuevo matrimonio, otros hijos, otra casa.
¿Para qué escribo esto? Debo rescatar aquellos sentimientos que no por pertenecer a una niña los hacen más pequeños. El desconcierto se tatua para siempre.
Al observar de lejos a mis otros hermanos, hijos de Tala (segunda esposa), no pude sino empatizar con ellos. Quise decirles frases filosóficas que sólo he aprendido pero jamás he puesto en práctica; quise abrazarlos como hubiera yo querido que su madre me abrazara aquel día de su boda; quise bromear con ellos, y llorar -¿por qué no?- ante la felicidad de nuestro padre y nuestro propio terremoto. Mas el llanto congelado me apretó la víscera. La verdad es que el tiempo, empapado en silencios, congela hasta el más puro y auténtico atisbo de caricias.
Mañana será otro día. Mañana mi padre me dirá: ¿de cuáles hermanos estás hablando? O tal vez también agregue: Todo evento familiar es traumático...
Sólo me queda respirar hondo y profundo, recorrer el océano de la historia; brindar por todos, por mí, y navegar....
Atravesar la vida.
jueves, agosto 31, 2006
jueves, agosto 24, 2006
ABUNDANCIA
El pasado 8 de agosto del 2006 (8-8-8), fuimos convocados a una ceremonia para crear abundancia. Partimos a la sierra de Arteaga y rentamos una cabaña preciosa en Monterreal. Curiosamente nos asignaron la número 8, llamada Barioloche. Nos reunimos 8 amigos: Malena, Chelo, Alejandra, Fernando, Marc, Hugo, José y yo. Y a las 8 de la noche preparamos todo: flores, frutos, semillas, velas, incienso, aromas, música, libretas, billete, monedas.... y tuvimos una meditación de limpieza primero, y luego el ritual.
Todo fluyó enmedio de una especial armonía, con la lluvia fina que caía afuera, la montaña como guardiana custiodiándonos y la fuerza que se hizo presente.
Al finalizar, no podía faltar la consabida carne asada, las quesadillas, aguacate, vino, etc., que coronaron esa noche junto a las charlas y risas de todos nosotros. La enorme luna llena nos filmaba.
Al día siguiente fuimos a visitar un terreno de la familia de Malena, que está ahí cerca, y recolectamos pequeñas manzanas que comimos untadas de chamoy. El aroma a pinos era simplemente delicioso; el cielo de un espectacular azul con sus blanquísimas nubes bordadas sobre él, pájaros increíbles que jamás había visto: azules, amarillos, verdes... En fin, que daban ganas de nunca retornar.
Pero había que regresar a esta ciudad con olor a mofle -como dice José- y seguir en contacto con la energía allá recolectada. ¡Qué difícil!
El jueves pasado "amarramos" la ceremonia en el rancho de Malena. Encendimos las pequeñas velas verdes (que regularmente se consumen en un par de horas) y había que quedarnos ahí hasta que se extinguieran. Pues la mía, junto a la de Susy, tardaron más de nueve horas en terminarse. Me pregunto qué significará...
El resultado de todo esto, hasta ahora, se ha manifestado en mí con mayor energía, más conciencia, mejor humor. El dinero... ah, ése está por llegar. Lo sé.
Todo fluyó enmedio de una especial armonía, con la lluvia fina que caía afuera, la montaña como guardiana custiodiándonos y la fuerza que se hizo presente.
Al finalizar, no podía faltar la consabida carne asada, las quesadillas, aguacate, vino, etc., que coronaron esa noche junto a las charlas y risas de todos nosotros. La enorme luna llena nos filmaba.
Al día siguiente fuimos a visitar un terreno de la familia de Malena, que está ahí cerca, y recolectamos pequeñas manzanas que comimos untadas de chamoy. El aroma a pinos era simplemente delicioso; el cielo de un espectacular azul con sus blanquísimas nubes bordadas sobre él, pájaros increíbles que jamás había visto: azules, amarillos, verdes... En fin, que daban ganas de nunca retornar.
Pero había que regresar a esta ciudad con olor a mofle -como dice José- y seguir en contacto con la energía allá recolectada. ¡Qué difícil!
El jueves pasado "amarramos" la ceremonia en el rancho de Malena. Encendimos las pequeñas velas verdes (que regularmente se consumen en un par de horas) y había que quedarnos ahí hasta que se extinguieran. Pues la mía, junto a la de Susy, tardaron más de nueve horas en terminarse. Me pregunto qué significará...
El resultado de todo esto, hasta ahora, se ha manifestado en mí con mayor energía, más conciencia, mejor humor. El dinero... ah, ése está por llegar. Lo sé.
jueves, junio 08, 2006
MIS PÁJAROS ADENTRO
Me quedé toda la noche con la pregunta de Herman: ¿Cómo son esos pájaros que dices tener dentro?
Pequeñitos emplumados
de eléctricos colores
aletean todavía en el fondo de mi océano
buscando la semilla que extravié hace tanto
A veces los comprime el relámpago de cierto asombro
y se vuelven delfines diminutos
Su risa restaura diques fisurados
por donde se filtra mi existencia
Su libertad es íntima
su credo es el libro de mi espíritu
recorren cada línea
con sus alas delicadas
y lo barren de nostalgias y arrepentimientos
Las parejas ocurren a habitar mi vientre
ahí se multiplican
En verdes y frondosos nidos
entibian a sus vástagos
con el fértil vaho de mis sueños
y los sueltan a volar hacia mi pecho
donde hacen un concierto de tambores
Cuando se me cae un verso
cuando maldigo el largo estiaje
y no puedo llover
cuando la rabia toma riendas
alguno muere y los demás esconden sus cabezas
Entonces
se enluta la mirada
todo el vértigo del mundo me acompaña.
lunes, mayo 15, 2006
POEMA NUESTRO DE CADA DÍA
LOS ENJAULADOS
Lerdos,
bostezando en la gelatina incolora
donde flotan sus vidas, envejecen,
Vagabundos, de un lado a otro
de otro a uno cargando papeles, envidia, caspa y
desesperanza, bostezan,
Sin miseria ni gloria, a media tinta,
entre dos aguas.
Donde terminan las colas que nacen
en los barrios, crece su rencor y su vagancia
y tienen casillas, permisos, desgano, calendarios,
donde nos archivan, sumillados,
manchados para siempre de huellas dactilares
el corazón.
Y para no escuchar el gemido de la sangre
duermen sordos, atados auriculares de teléfono,
mordiendo soledad, barbitúricos y otra vez
desesperanza y lágrimas.
¡Y de pronto!
saltan de la cama, encienden la luz y hacen cuentas,
en los ascensores, hacen cuentas, sobre dos senos,
sobre las mesas,
bajan a los negros prostíbulos y hacen cuentas y
despiertan crispados, mordiéndose las uñas,
el plazo vencido, la excedida farra.
Lerdos, abandonados de la esperanza
pero también por la desesperanza, flotan
en su amargo escritorio, el naufragio.
Bajo empañados vidrios
guardan el cabello apelmazado
del primer amor, el profiláctico del primer soborno,
y el banderín recordatorio
de como muchachos los devoró la vida.
Y a cada rato,
miran el reloj y les nacen úlceras, hemorroides,
diarrea, estreñimiento, un dolorcito aquí,
constante, aquí en la espalda y toman jarabes,
tónicos, reconstituyentes,
y en las noches maritales lagrimean el supositorio, uno
cada antes de acostarse ¡Cuidado!
Jamás miran atrás o hacia abajo
porque los estrangula el vértigo, arriba,
siempre miran arriba, la vida está
en los décimo segundo pisos
y hay que financiarla
aunque sea cabizbajos y acumulan
pequeños recuerdos, pequeñas miserias,
pequeños rencores y a la hora del almuerzo
hacen grandes discursos, con enormes índices
señalan a sus hijos y arrodillados
se masturban, sí, solitarios,
fisgoneando en los baños a niñas que lloran
en secreto, la sombra del miedo
que ha empezado a crecer bajo sus vientres
Y hablan
de moral y descienden a los sótanos,
a los solapados closets donde se miran
contra tres espejos, con calzones rosados,
con prendas secretas y besan
garantizados amuletos y así,
Sin alegría y sin tristeza,
deambulan, del escritorio al bar, del bar a la mentira y
de allí
a la cama. Sabiendo que despertarán,
unos minutos antes despertarán,
con la amarga zozobra
de que el reloj va a sonar
y nos lance otra vez, amor mío,
a esta vida que ya no quiero.
Iván Oñate
(de En casa del ahorcado, 1977)
Lerdos,
bostezando en la gelatina incolora
donde flotan sus vidas, envejecen,
Vagabundos, de un lado a otro
de otro a uno cargando papeles, envidia, caspa y
desesperanza, bostezan,
Sin miseria ni gloria, a media tinta,
entre dos aguas.
Donde terminan las colas que nacen
en los barrios, crece su rencor y su vagancia
y tienen casillas, permisos, desgano, calendarios,
donde nos archivan, sumillados,
manchados para siempre de huellas dactilares
el corazón.
Y para no escuchar el gemido de la sangre
duermen sordos, atados auriculares de teléfono,
mordiendo soledad, barbitúricos y otra vez
desesperanza y lágrimas.
¡Y de pronto!
saltan de la cama, encienden la luz y hacen cuentas,
en los ascensores, hacen cuentas, sobre dos senos,
sobre las mesas,
bajan a los negros prostíbulos y hacen cuentas y
despiertan crispados, mordiéndose las uñas,
el plazo vencido, la excedida farra.
Lerdos, abandonados de la esperanza
pero también por la desesperanza, flotan
en su amargo escritorio, el naufragio.
Bajo empañados vidrios
guardan el cabello apelmazado
del primer amor, el profiláctico del primer soborno,
y el banderín recordatorio
de como muchachos los devoró la vida.
Y a cada rato,
miran el reloj y les nacen úlceras, hemorroides,
diarrea, estreñimiento, un dolorcito aquí,
constante, aquí en la espalda y toman jarabes,
tónicos, reconstituyentes,
y en las noches maritales lagrimean el supositorio, uno
cada antes de acostarse ¡Cuidado!
Jamás miran atrás o hacia abajo
porque los estrangula el vértigo, arriba,
siempre miran arriba, la vida está
en los décimo segundo pisos
y hay que financiarla
aunque sea cabizbajos y acumulan
pequeños recuerdos, pequeñas miserias,
pequeños rencores y a la hora del almuerzo
hacen grandes discursos, con enormes índices
señalan a sus hijos y arrodillados
se masturban, sí, solitarios,
fisgoneando en los baños a niñas que lloran
en secreto, la sombra del miedo
que ha empezado a crecer bajo sus vientres
Y hablan
de moral y descienden a los sótanos,
a los solapados closets donde se miran
contra tres espejos, con calzones rosados,
con prendas secretas y besan
garantizados amuletos y así,
Sin alegría y sin tristeza,
deambulan, del escritorio al bar, del bar a la mentira y
de allí
a la cama. Sabiendo que despertarán,
unos minutos antes despertarán,
con la amarga zozobra
de que el reloj va a sonar
y nos lance otra vez, amor mío,
a esta vida que ya no quiero.
Iván Oñate
(de En casa del ahorcado, 1977)
viernes, abril 21, 2006
POEMA NUESTRO DE CADA DÍA
Malena me cuenta que conoció a Gonzalo Rojas. Me dice que esas cuatro horas en su casa de Chillán, no me las puede relatar sino en muchos días. Para celebrar y compartir coronariamente ese espectacular acontecimiento, pego aquí uno de mis poemas preferidos.
LOS CÓMPLICES
Te decía en la carta que juntar cuatro versos no era tener el pasaporte a la felicidad timbrado en el bolsillo, y otras cosas más o menos serias como dándote a entender que desde antiguamente soy tu cómplice cuando bajas a los arsenales de la noche y pones toda tu alma y la respiración perfectamente controlada, por mantener en pie tus rebeliones, tus milicias secretas a costa de ese tiempo perdido en comerte las uñas, en mantener a raya tus palpitaciones, en golpearte el pecho por los malos sueños, y no sé cuántas cosas más que, francamente, te gastan la salud cuando en el fondo sabes que estoy contigo aunque no te vea ni tome desayuno en tu mesa ni mi cabeza amanezca en tu pecho como un niño con frío, y eso no necesita escribirse.
Gonzalo Rojas
LOS CÓMPLICES
Te decía en la carta que juntar cuatro versos no era tener el pasaporte a la felicidad timbrado en el bolsillo, y otras cosas más o menos serias como dándote a entender que desde antiguamente soy tu cómplice cuando bajas a los arsenales de la noche y pones toda tu alma y la respiración perfectamente controlada, por mantener en pie tus rebeliones, tus milicias secretas a costa de ese tiempo perdido en comerte las uñas, en mantener a raya tus palpitaciones, en golpearte el pecho por los malos sueños, y no sé cuántas cosas más que, francamente, te gastan la salud cuando en el fondo sabes que estoy contigo aunque no te vea ni tome desayuno en tu mesa ni mi cabeza amanezca en tu pecho como un niño con frío, y eso no necesita escribirse.
Gonzalo Rojas
martes, marzo 28, 2006
AJENA Y TRANSPARENTE
Tierra demasiado herida
para este viento árido
demasiadas noches para el poco sueño
tanta muerte para encender una promesa
Mordido el corazón
el sello de mi sueño recurrente
aturdía a la cercana despedida
con canciones subterráneas
encuentros desnudos de carne
enjambrados símbolos
palabras
Tuve frío y mastiqué glaciares
No pude ver el fuego
deshaciendo en polvo
a las certezas
Ahora derramo estas líneas torpes tropezadas
sin necesidad
como si supiera
que me hiciste estar
sin haber logrado ser
Sólo en un instante huérfano
insistió la luna
y pude ver el centro:
un alma nueva ajena
transparente entre nosotros.
martes, marzo 21, 2006
VEINTE AÑOS ATRÁS
Blanca Peinado está triste y nostálgica por cuatro ausencias: Tía Licha, Paty Laurent, Alicia Loverde y Lorin (igual de verde, en cuanto a juventud). Chela Rodríguez extraña horrores a Ana Luisa, hija de Licha, hermana de Paty, cuñada de Lorin y tía de Alicia.
Blanca y Chela me invitan a pasar el fin de semana con ellas en el campo. Las ilusas creen que yo puedo compensar en algo la nostalgia de sus quereres. No saben que también yo tiemblo ante la ausencia, que igual que a ellas -o más- a mí me carga el payaso cuando advierto ese vacío irrellenable de presencias. En fin, todos tenemos esa ilusión absurda de rodearnos con personas u objetos que nos hagan menos difícil la oquedad.
Cargué a Luna, a Bryan, la bicicleta, vino blanco, carne, taquitos al vapor, garras, gorras, y a mí misma -esto último fue lo más difícil-. Y allá vamos, hacia el deseo compartido de dejar dormida a la ciudad y despertarnos entre árboles, viento pío, música de río, río de vino y de cervezas... reparar la mirada y oscilarla entre fuego y estrellado firmamento, cantar y contarnos la vida.
Es extrañamente hermoso cuando uno decide dejar la amnesia y sumergirse en el mundo donde los recuerdos se completan, se complementan. Chela y yo nos dimos a repasar cuando aún no existían hijos, cuando el rugido de la vida era un concierto y no el cierto desconcierto en el que hoy se ha convertido... Veinte años pa´trás. Recordamos ese viaje en auto. Ella, Ana Luisa y yo, desde Cancún hasta Monterrey. ¡Qué viaje psicotrópico ni qué nada! Estábamos allí, creyendo tener toda una vida por delante, dobladas de la risa, odiándonos a ratos; "filosofando" -como si supiéramos-, escuchando el repetido cassette de Emmanuel -qué güeva-, pero felices, sintiéndonos las hiperchingonas del mundo.
Más de una semana que terminó muy cerca a nuestra muerte. Casi llegando, una llanta se tronó y si no hubiera sido por la pericia de Chela al conducir, nos hubiéramos matado. La velocidad nos proyectaba a 140 kms/hora.
Hoy, inevitablemente, pienso en los angelotes que tenemos. Creo que ya han de estar más "agüelos" que nosotras, cuasi en silla de aerolitos y tanques de oxígeno celestial... Pero aquí estamos, y los pobres cabrones, partiéndose su progenitora por cuidarnos.
En lo personal, a mí casi no me gusta echarme clavados al pasado, pero en esta ocasión, con la transparencia de Blanca -no pudieron sus apacitos escogerle un mejor nombre-, con su perro, Golón, a quien Bryan bautizó como "Gorrón" pues se les trepó a media noche en la cama y los babeó de pies a cabeza; con la sencillez y destreza humorística de Chela -ídem con Blanca-, con la cercanía de mis hijos -en un par de años no me acompañarán más-, con la presencia onírica, mágica, etérica de tía Licha; y con la visita "fantasmal" de mi señor padre, pude juntar algunos pedazos, sentirme, como hace mucho no lo hacía, en la Villa de los Reyes.
El regreso a la urbe fue triste. A pesar de que Chela se esforzaba por sacarme conversación, sabía que mi alma tardaría lo que ahora tarda por llegar. Tomé un trago de mi lista: Vivir mis últimos años fuera de esta tortuosa ciudad.
P.D. La de la foto es Chela.
viernes, marzo 10, 2006
ESTAR ALLÁ
Malena, mi amiga, al fin dio a luz a su novela "El fantasma del Foresta".
El martes pasado partió rumbo a Santiago para presentarla por primera vez allá. Qué ganas tan enormes de estar con ella ahora, compartiendo esos momentos tan intensos comparados sólo con el alumbramiento de un hijo.
Me vienen en tropel los tibios recuerdos de nuestra estancia en Chile, en noviembre pasado... Allá la cultura se vive desde otros linderos, pudiera decir que es más amable la forma en que acogen nuestro trabajo, el respeto, sobre todo hacia la literatura, el permiso de ser más libres y por lo tanto, más pasionales.
Ahora estoy escribiendo un libro de poemas en prosa gracias a una beca. Debo confesar que se me van las vísceras en cada línea. No es nada fácil hablar de un espejo, sobre todo cuando está empañado de denso vapor acumulado.
Sí, la realidad va venciendo poco a poco a los sueños. La tierra nos avisa que es a ella a quienes debemos volver tarde o temprano. Cada vez voy sintiendo más lodo en los zapatos. Pesan. En ocasiones demasiado. Mi mirada hoy está muy dentro, en sitios interiores que jamás imaginé existieran.
No avanzo. Cómo quisiera estar allá...
lunes, enero 23, 2006
FELIZ CUMPLEAÑOS, PATY!!!!
Que el Universo sea lo suficientemente generoso para que tu nuevo año de vida esté colmado de salud, éxitos, reconocimientos, diversión, viajes, paz, amor... y que ese talento que tienes para la literatura se vea incrementado al mil por ciento.
Te voy a extrañar, Paty querida, pero estoy segura que pronto nos veremos.
Cancún estará feliz de tenerte entre su gente!!!
Recibe mi montaña de cariño siempre.
miércoles, enero 18, 2006
POEMA NUESTRO DE CADA DÍA
Este poema es de Edel Morales, gran poeta, cubano amigo.
TERCERA MIRADA A LA SICOLOGÍA DEL POEMA
Escojo palabras en la claridad del día.
Sé que es inútil —el resplandor, los claroscuros,
la más profunda sombra.
Quise un cuerpo limpio y fuerte.
Quise caminar por el país.
Quise decir lo que sabía y lo que soñaba.
Escojo pedazos de agua en la claridad del día
Sé que es inútil —mi inocencia, mi rabia,
mi tristeza de niño frente al acero de las armas.
Ustedes no conocerán la historia.
Yo quisiera estar sentado en el suelo de una casa,
con varias maravillas al alcance de la mano:
una bebida fresca y excitante, una música que ayude
a caminar por el país, el brazo izquierdo y suave
de una muchacha largamente conocida,
y las voces de mis nueve amigos más queridos y leales.
Yo quisiera que algún narrador contara por mí
las dos historias.
Salí a la calle, tuve un sitio, elegí mi voz.
Sé que es inútil —la rabia, la tristeza,
la inocencia de un niño frente al peso de la historia.
Pero estoy sentado en el suelo mientras el tiempo transcurre.
Miro pasar el resplandor, los claroscuros,
la más profunda sombra.
escojo palabras, pedazos de agua en la claridad del día.
Y escribo mi esperanza de que algún narrador
pueda contar la historia.
Y gozo decir: buenas noches. Y no olviden.
viernes, enero 13, 2006
jueves, enero 12, 2006
AÑOrándome
“El amor no se paga con el olvido, ni con el amor sólo; se paga reflejándolo, devolviendo –cada cual en lo suyo- la riqueza con que nos inundó. Lo mío es escribir.”
Antonio Gala
Hoy, hace 46 años, llegué a este planeta en una madrugada fría, poco después de haberse quebrado la noche en su mitad.
¿Cómo me siento? Añorada, respondo entre dos o tres suspiros.
Me extraño caminando a la escuela, bajo el alucinante sol que entonces no quemaba ni marcaba mi rostro; el trayecto lento de regreso, acompañada siempre por fieles amigas, comiendo tostadas con chile y coca cola sin temor a engordar pues estábamos como plumas húmedas, y las piernas se asemejaban a dos hebras colgando de la falda.
Sí, debo confesar que el sentimiento que prevalece por estos días es totalmente de extrañeza. Extrañeza por lo rara en que me veo día a día (me busco, me busco y no me encuentro), extrañeza porque extraño mi cabello pesado y abundante, mi cintura de avispa, el brillo de mis ojos, la firmeza de las carnes, lo aterciopelado de la piel; extrañeza de que ya nada me parezca extraño o sorprendente y sin embargo los miedos van a la alza.
Sin embargo, tengo mucho por qué estar agradecida. La gratitud es la memoria del corazón y mi corazón puede adormilarse, pero jamás olvida. Tengo un puñado de amigos fieles, que han permanecido a mi lado a pesar de tantos desvaríos y tantas ofensas. Tengo tres hijos a quienes les toqué como madre y que aún me abrazan y me dicen que me quieren. Tengo un compañero digno de mis sueños adolescentes, que camina junto a mí, me ve, me escucha y creo que me ama. Tengo cinco libros escritos y tres publicados contra todos los pronósticos. Tengo a mi padre, a quien casi no veo, pero que sé que me quiere a su manera; una hermana que lucha a brazo partido por sobrevivir y que es mi más grande espejo. Tengo una casa donde siempre hay ruido de vida: pájaros, música, tarareos, voces y gritos, carcajadas cuando vienen los amigos… Tengo dos familias muy distintas entre sí, pero que son el pegamento necesario para seguir adelante: Los Kullick´s y los Lackner´s. Tengo el credo de Dios Universo y de la magia que sostiene todos mis temblores. Tengo esta comezón de escribir que axialmente me salva de tanta locura interna y externa. Tengo la risa, tengo el llanto, tengo la suerte de seguir viajando y conocer lugares inimaginables. Tengo los sueños que me dictan el estado de mi alma, sus deseos escondidos, las respuestas a tantas preguntas… Tengo mis preciados silencios donde recuerdo y reflexiono, donde el canto interno me cubre en su espiral. Tengo, tengo. Es tanto lo que la vida me ha dado, incluyendo los golpes, traducidos en aprendizajes y experiencias, para valorar lo que realmente importa y lo que está destinado para mí.
Sí, es verdad, el tiempo va cobrando una vertiginosa velocidad, ya casi el día se constriñe y se ha convertido en la mitad de uno de aquellos días de la infancia. Y yo no he querido dejar pasar éste para dictarle, en blanco y negro, al universo, el montón de cosas por las cuales estoy inmensamente agradecida.
Feliz cumpleaños, mía amiga, felices cumpledías!!!!
Antonio Gala
Hoy, hace 46 años, llegué a este planeta en una madrugada fría, poco después de haberse quebrado la noche en su mitad.
¿Cómo me siento? Añorada, respondo entre dos o tres suspiros.
Me extraño caminando a la escuela, bajo el alucinante sol que entonces no quemaba ni marcaba mi rostro; el trayecto lento de regreso, acompañada siempre por fieles amigas, comiendo tostadas con chile y coca cola sin temor a engordar pues estábamos como plumas húmedas, y las piernas se asemejaban a dos hebras colgando de la falda.
Sí, debo confesar que el sentimiento que prevalece por estos días es totalmente de extrañeza. Extrañeza por lo rara en que me veo día a día (me busco, me busco y no me encuentro), extrañeza porque extraño mi cabello pesado y abundante, mi cintura de avispa, el brillo de mis ojos, la firmeza de las carnes, lo aterciopelado de la piel; extrañeza de que ya nada me parezca extraño o sorprendente y sin embargo los miedos van a la alza.
Sin embargo, tengo mucho por qué estar agradecida. La gratitud es la memoria del corazón y mi corazón puede adormilarse, pero jamás olvida. Tengo un puñado de amigos fieles, que han permanecido a mi lado a pesar de tantos desvaríos y tantas ofensas. Tengo tres hijos a quienes les toqué como madre y que aún me abrazan y me dicen que me quieren. Tengo un compañero digno de mis sueños adolescentes, que camina junto a mí, me ve, me escucha y creo que me ama. Tengo cinco libros escritos y tres publicados contra todos los pronósticos. Tengo a mi padre, a quien casi no veo, pero que sé que me quiere a su manera; una hermana que lucha a brazo partido por sobrevivir y que es mi más grande espejo. Tengo una casa donde siempre hay ruido de vida: pájaros, música, tarareos, voces y gritos, carcajadas cuando vienen los amigos… Tengo dos familias muy distintas entre sí, pero que son el pegamento necesario para seguir adelante: Los Kullick´s y los Lackner´s. Tengo el credo de Dios Universo y de la magia que sostiene todos mis temblores. Tengo esta comezón de escribir que axialmente me salva de tanta locura interna y externa. Tengo la risa, tengo el llanto, tengo la suerte de seguir viajando y conocer lugares inimaginables. Tengo los sueños que me dictan el estado de mi alma, sus deseos escondidos, las respuestas a tantas preguntas… Tengo mis preciados silencios donde recuerdo y reflexiono, donde el canto interno me cubre en su espiral. Tengo, tengo. Es tanto lo que la vida me ha dado, incluyendo los golpes, traducidos en aprendizajes y experiencias, para valorar lo que realmente importa y lo que está destinado para mí.
Sí, es verdad, el tiempo va cobrando una vertiginosa velocidad, ya casi el día se constriñe y se ha convertido en la mitad de uno de aquellos días de la infancia. Y yo no he querido dejar pasar éste para dictarle, en blanco y negro, al universo, el montón de cosas por las cuales estoy inmensamente agradecida.
Feliz cumpleaños, mía amiga, felices cumpledías!!!!
miércoles, enero 04, 2006
CUENTO DE MI LUNA
Había una vez un niño que se llamaba Pero. A este niño no le gustaba para nada su nombre, así que fue con el mago de las palabras para pedirle que se lo cambiara.
El mago le dijo que sería muy difícil, pero que lo intentaría con una fórmula: mezclaría todas las letras de su nombre y le daría uno nuevo.
Así lo hizo el mago, sin embargo Pero se quedó muy triste con el resultado pues su nuevo nombre quedó Peor.
El mago le dijo que sería muy difícil, pero que lo intentaría con una fórmula: mezclaría todas las letras de su nombre y le daría uno nuevo.
Así lo hizo el mago, sin embargo Pero se quedó muy triste con el resultado pues su nuevo nombre quedó Peor.
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