Los humedales son pequeños oasis en el desierto, milagros terreacuáticos donde se gestan universos tangibles e intangibles, grandes y pequeños, creíbles o increíbles...
viernes, diciembre 16, 2005
POEMAS DE OTROS
Este poema lo encontré en la página de mi amigo Alejandro Lavquén (http://lavquen.tripod.cl/) Pertenece al autor Rolando Cárdenas, chileno, cuyas cenizas fueron recientemente devueltas a su tierra, Punta Arenas, en la Patagonia.
BUSQUEDA
A veces es bueno abandonarse al propio olvido
como si el saber sonreír
fuera más fácil que morder una fruta.
Ir por las calles perfectamente solo,
sin más compañía que nuestra cotidiana tristeza y nuestros pasos,
amando una vez más la sencillez del aire
de la manera como se recuerda la infancia,
o ese otro tiempo pulverizado
cuando se buscaban las primeras estrellas en las charcas.
Es bueno sentarse entre amigos y vasos
a observar como todos abandonan algo suyo
en la música que los impulsa y transforma en seres sin huesos,
mientras la noche trepa por los muros
buscando también dónde esconder su espera,
y después salir hacia el alba
con un poco más para alimentar futuras soledades.
Es bueno comprender que estamos hechos de recuerdos,
un poco de tiempo que crece sin escucharnos
y de muchas cosas que no comprendemos.
A veces es bueno detenerse a contemplar la hoja que cae
cuando la palabra primavera
no es lo que nosotros quisiéramos que sea.
BUSQUEDA
A veces es bueno abandonarse al propio olvido
como si el saber sonreír
fuera más fácil que morder una fruta.
Ir por las calles perfectamente solo,
sin más compañía que nuestra cotidiana tristeza y nuestros pasos,
amando una vez más la sencillez del aire
de la manera como se recuerda la infancia,
o ese otro tiempo pulverizado
cuando se buscaban las primeras estrellas en las charcas.
Es bueno sentarse entre amigos y vasos
a observar como todos abandonan algo suyo
en la música que los impulsa y transforma en seres sin huesos,
mientras la noche trepa por los muros
buscando también dónde esconder su espera,
y después salir hacia el alba
con un poco más para alimentar futuras soledades.
Es bueno comprender que estamos hechos de recuerdos,
un poco de tiempo que crece sin escucharnos
y de muchas cosas que no comprendemos.
A veces es bueno detenerse a contemplar la hoja que cae
cuando la palabra primavera
no es lo que nosotros quisiéramos que sea.
domingo, diciembre 04, 2005
ANAFORISMOS II (Continuación)
Ahora que han dejado la salvación del mundo en nuestras manos, ya no hay tiempo ni para preguntas.
El premio de escribir es poderse perdonar anticipadamente; y el castigo es reconocerse publicado.
Yo me morí hace tiempo, lo que pasa es que me tengo tanta lástima que no me atrevo a decírmelo.
Mi amor te mantendrá joven.
Un poeta debe ser capaz de temblar con el anuncio de una luz, doblarse ante la luz misma, saberse esconder tras la palabra luz, y aún así brillar.
Creo en mi oficio de crear. Creo el artificio de creer.
Hay una sola vocación verdadera: el sendero del espíritu.
Aun reparado lo quebrado, la fisura permanece.
Donde tu palabra quepa, donde pueda germinar, jamás encontrarás indiferencia.
La muerte es todo aquello que me vive.
Mira la hierba que respira y vive a pesar de ti.
Vive la noche, que el día te vive, se hace cargo.
Yo te perdono por haberme perdonado.
Dicen que Dios tuvo que estar borracho cuando me trajo al mundo. Y yo contesto honestamente: la borracha tuve que haber sido yo cuando pedí venir.
Mirémonos a los ojos, que de nuestros corazones yo me hago cargo.
Si no voy a morir por ti, entonces vivo tu muerte en mí.
La cantidad y frecuencia de las lágrimas del árbol determina la longitud y grosor de sus raíces.
He perdido la cordura intentando perder la gordura.
La jaula ha heredado la algarabía de mis sueños. Los pájaros que puse adentro, no.
Ámbar es mi alma, canela mi madera. Roca es mi esperanza y cenizas son mis fuerzas.
Me has dejado un gusto a sangre en la memoria. Y en la sangre, tu memoria.
El premio de escribir es poderse perdonar anticipadamente; y el castigo es reconocerse publicado.
Yo me morí hace tiempo, lo que pasa es que me tengo tanta lástima que no me atrevo a decírmelo.
Mi amor te mantendrá joven.
Un poeta debe ser capaz de temblar con el anuncio de una luz, doblarse ante la luz misma, saberse esconder tras la palabra luz, y aún así brillar.
Creo en mi oficio de crear. Creo el artificio de creer.
Hay una sola vocación verdadera: el sendero del espíritu.
Aun reparado lo quebrado, la fisura permanece.
Donde tu palabra quepa, donde pueda germinar, jamás encontrarás indiferencia.
La muerte es todo aquello que me vive.
Mira la hierba que respira y vive a pesar de ti.
Vive la noche, que el día te vive, se hace cargo.
Yo te perdono por haberme perdonado.
Dicen que Dios tuvo que estar borracho cuando me trajo al mundo. Y yo contesto honestamente: la borracha tuve que haber sido yo cuando pedí venir.
Mirémonos a los ojos, que de nuestros corazones yo me hago cargo.
Si no voy a morir por ti, entonces vivo tu muerte en mí.
La cantidad y frecuencia de las lágrimas del árbol determina la longitud y grosor de sus raíces.
He perdido la cordura intentando perder la gordura.
La jaula ha heredado la algarabía de mis sueños. Los pájaros que puse adentro, no.
Ámbar es mi alma, canela mi madera. Roca es mi esperanza y cenizas son mis fuerzas.
Me has dejado un gusto a sangre en la memoria. Y en la sangre, tu memoria.
jueves, diciembre 01, 2005
miércoles, noviembre 30, 2005
ANAFORISMOS II
Me gusta describir el amor porque me encanta deshacer todo lo que no conozco.
Si existe un corazón leal y fiel, quisiera verlo para ofrecerle en mis brazos un descanso.
El golpe de tu despedida me dolió como si estuviese todavía viva.
El amor es una acequia de deseos reventados.
El único mérito que puedo otorgarle a mis amantes es haberme despreciado. Sin ellos saberlo, han hecho de mí una verdadera yo.
Sigo desafiando a la felicidad. Sólo para saber que existe, lloro de vez en cuando.
La felicidad sólo se construye con la vacuidad de la esperanza.
Si me hubiera limitado a decir lo que siento y no lo que pienso, mi razón no anduviera secando el corazón de tantos.
El amor es un lago de deseos desunidos, pero el desamor... ¡Ah!, el desamor es otra cosa...
La soledad es el horno donde se cuece el más sabio de los panes.
Después de tu beso, la fruta me sabe a sangre.
Mis eternos deseos de morirme... frágilmente bien cuidados.
Cuando mis venas y arterias confabulan con el pensamiento y bajo la piel galopan, es hora. Es el tiempo de que los bosques entramados en la oscuridad, las selvas húmedas y los pálidos desiertos de mi vida se tomen de la mano y digan: Anda y vive.
Aspiro tanto a saber el cómo sí, pues demasiado sé del cómo no.
La tormenta del pensamiento es tan sólo el vapor de un sueño.
Poco saben de mí quienes aún no me inventan: soy la sal del azúcar, soy el licor del abstemio, soy el agua del fuego. Placer del transitorio y espina del que se queda.
La soledad es un regalo, pero todo regalo tuvo alguna vez un precio.
La palabra tiempo no alcanza a rozar siquiera el concepto del misterio. El tiempo no debió haber tenido nombre.
Juzga a quién habla, y te dirás quién eres.
El viento de tu evocación aparta mis ramas. Y yo, diminuta, beso el cielo.
Me confronto, si acaso, con aquello que causé; casi nunca con lo que provoco o exacerbo. Es mucho lo que tengo que considerar.... Perdería la mitad de mi vida en ello.
He logrado comprender el juego: Dejar de desear no es bastante. Ahora debo renunciar a lo aprendido.
De tanto quererme ver ya hasta hablo a ciegas.
El universo ha tomado una velocidad suntuosa. El pronto ayer, como una preciada antigüedad, se cotiza elevado en la bolsa del tiempo. Ya hasta los alacranes han perdido su veneno.
Hoy fue uno de esos venturosos días en los que abrigo decir: pudo haber sido peor.
Estoy creándome de puras muertes por olvido.
He tratado de cumplir con los rituales de la vida. ¿Por qué entonces no me es permitido cumplir ahora con los de la muerte?
El desaliento de la luna nueva me conforma.
Sóplame la vida porque yo no me la sé.
Es cierto que Dios no me hace en este mundo. Me deshace.
Dichosos aquellos que no saben definir al Universo, pues de ellos ha de ser su dimensión completa.
Tengo el desastroso hábito de sentir en demasía.
El amor no sirve para nada. Si acaso para seguir viviendo.
Yo sólo quería saber a qué sabías. Ahora vengo a saber que me embriagué con tu tristeza.
Mi alma es tan delgada como el ala transparente de la mariposa. Tiene miedo, incluso, de un tibio soplo de felicidad.
Me habita la fútil inocencia de una niña que enseña a hablar a su perro.
Sería bueno perder el alma sólo para encontrarla meses después y decirle: ¡De lo que te has perdido, loca!
Maldita madurez que nos impides ser.
Yo no sé leer cuentos, sólo leo corazones.
La única desgracia de atender a la intuición es la intuición de estar equivocados.
El mar es uno para todos. Su misterio y seducción radica en que es capaz de contestarle a cada uno con su propia voz.
El signo de infinito tiene un nudo inescrutable.
Pero las calles son adentro, y adentro sólo transitan los que ya son viejos.
Si existe un corazón leal y fiel, quisiera verlo para ofrecerle en mis brazos un descanso.
El golpe de tu despedida me dolió como si estuviese todavía viva.
El amor es una acequia de deseos reventados.
El único mérito que puedo otorgarle a mis amantes es haberme despreciado. Sin ellos saberlo, han hecho de mí una verdadera yo.
Sigo desafiando a la felicidad. Sólo para saber que existe, lloro de vez en cuando.
La felicidad sólo se construye con la vacuidad de la esperanza.
Si me hubiera limitado a decir lo que siento y no lo que pienso, mi razón no anduviera secando el corazón de tantos.
El amor es un lago de deseos desunidos, pero el desamor... ¡Ah!, el desamor es otra cosa...
La soledad es el horno donde se cuece el más sabio de los panes.
Después de tu beso, la fruta me sabe a sangre.
Mis eternos deseos de morirme... frágilmente bien cuidados.
Cuando mis venas y arterias confabulan con el pensamiento y bajo la piel galopan, es hora. Es el tiempo de que los bosques entramados en la oscuridad, las selvas húmedas y los pálidos desiertos de mi vida se tomen de la mano y digan: Anda y vive.
Aspiro tanto a saber el cómo sí, pues demasiado sé del cómo no.
La tormenta del pensamiento es tan sólo el vapor de un sueño.
Poco saben de mí quienes aún no me inventan: soy la sal del azúcar, soy el licor del abstemio, soy el agua del fuego. Placer del transitorio y espina del que se queda.
La soledad es un regalo, pero todo regalo tuvo alguna vez un precio.
La palabra tiempo no alcanza a rozar siquiera el concepto del misterio. El tiempo no debió haber tenido nombre.
Juzga a quién habla, y te dirás quién eres.
El viento de tu evocación aparta mis ramas. Y yo, diminuta, beso el cielo.
Me confronto, si acaso, con aquello que causé; casi nunca con lo que provoco o exacerbo. Es mucho lo que tengo que considerar.... Perdería la mitad de mi vida en ello.
He logrado comprender el juego: Dejar de desear no es bastante. Ahora debo renunciar a lo aprendido.
De tanto quererme ver ya hasta hablo a ciegas.
El universo ha tomado una velocidad suntuosa. El pronto ayer, como una preciada antigüedad, se cotiza elevado en la bolsa del tiempo. Ya hasta los alacranes han perdido su veneno.
Hoy fue uno de esos venturosos días en los que abrigo decir: pudo haber sido peor.
Estoy creándome de puras muertes por olvido.
He tratado de cumplir con los rituales de la vida. ¿Por qué entonces no me es permitido cumplir ahora con los de la muerte?
El desaliento de la luna nueva me conforma.
Sóplame la vida porque yo no me la sé.
Es cierto que Dios no me hace en este mundo. Me deshace.
Dichosos aquellos que no saben definir al Universo, pues de ellos ha de ser su dimensión completa.
Tengo el desastroso hábito de sentir en demasía.
El amor no sirve para nada. Si acaso para seguir viviendo.
Yo sólo quería saber a qué sabías. Ahora vengo a saber que me embriagué con tu tristeza.
Mi alma es tan delgada como el ala transparente de la mariposa. Tiene miedo, incluso, de un tibio soplo de felicidad.
Me habita la fútil inocencia de una niña que enseña a hablar a su perro.
Sería bueno perder el alma sólo para encontrarla meses después y decirle: ¡De lo que te has perdido, loca!
Maldita madurez que nos impides ser.
Yo no sé leer cuentos, sólo leo corazones.
La única desgracia de atender a la intuición es la intuición de estar equivocados.
El mar es uno para todos. Su misterio y seducción radica en que es capaz de contestarle a cada uno con su propia voz.
El signo de infinito tiene un nudo inescrutable.
Pero las calles son adentro, y adentro sólo transitan los que ya son viejos.
viernes, noviembre 18, 2005
EL RETORNO
"No me voy de esta ciudad con la resignación de los visitantes en tránsito. Me dejo atar fascinado por ella a los recuerdos del presente."
Enrique Lihn
No puedo decir "al fin he regresado". Pudiera quizá aventar las palabras desganadas de "al principio he vuelto".
Chile es un país que me dejó marcada. No soy la misma. Aunque quisiera. Si Oaxaca me estrujó en su magia de colores, si ahí me sentí flotar, Chile me cubrió de verde, me dolió el pecho de tanta belleza incontenible, me arrancó un grave trozo de mi yo.
En ese país de poetas todo es vasto: el amor de su gente, la comida, el vino, los bosques, volcanes, lagos, ríos y... el mar.
Conocí a muchas personas, pero tres de ellas se hicieron mis amigos, no de viaje, sino de vida.
Gladys, a quien ya conocía brevemente aquí en Monterrey, es una mamushka de 70 años, pequeña, hiperactiva, amorosa a más no poder (y yo con esta ingrata cojera del corazón) que me hablaba de todo, me mostraba lo exterior y lo interior con igual intensidad; hablaba y hablaba como yo hubiese querido que hiciera mi madre.
Alejandro, amable personaje digno de los diarios de viaje de Marco Polo. Él se tomó dos días de su apretada agenda para llevarnos a Valparaíso y a Viña del Mar donde no sólo nos mostró los lugares turísticos, sino que nos llevó de la mano y del alma por rincones muy suyos, muy íntimos que quiso regalarnos. Ya en Santiago, departimos encendidas conversaciones entre choritos, fresas, cerezas, pan y vino, guitarras, la voz de Vero, preciosa, risas... hartas y estrepitosas risas; total, como dice Galeano, que ahí estábamos queriéndonos hasta altas horas de la madrugada.
Y Robledo, el señor de los loros, ahh... toda una amalgama de cariño, ternura, camaradería, humor sumamente fino e inteligente, búsqueda interna en sus andares y en los otros. Igualmente hiperactivo como Gladys, sólo que con 28 años menos, así que ya se imaginarán: él nos cuidaba hasta dormirnos y él nos levantaba con esa voz radial que hoy extraño tanto. Pareciera a simple vista que es un ser desparpajado, sin embargo, su mente, eterna y rápida viajera, se conecta impresionantemente con esa sensibilidad que le brota desde la mirada, para de pronto dictarme toda una cátedra sobre mi vida. Eduardo ya forma una parte importante de mi historia, de la amistad que yo valoro tanto y tan profundamente.
Y bueno, es demasiado lo que traigo en mi equipaje cardiovascular de Chile, que me tomará muchos textos plasmarlo aquí. Por lo pronto, amigos, aquí les dejo esto esperando irme completando poco a poco pues ahora, en este momento, los ojos me escuecen de sólo estarlo intentando....
P.D. Malena, Chemo, amigotes: fueron para mí pilares que con su amor, ternura y risas sostuvieron aquellos cimientos que temblaban a cada rato. Los amo.
Enrique Lihn
No puedo decir "al fin he regresado". Pudiera quizá aventar las palabras desganadas de "al principio he vuelto".
Chile es un país que me dejó marcada. No soy la misma. Aunque quisiera. Si Oaxaca me estrujó en su magia de colores, si ahí me sentí flotar, Chile me cubrió de verde, me dolió el pecho de tanta belleza incontenible, me arrancó un grave trozo de mi yo.
En ese país de poetas todo es vasto: el amor de su gente, la comida, el vino, los bosques, volcanes, lagos, ríos y... el mar.
Conocí a muchas personas, pero tres de ellas se hicieron mis amigos, no de viaje, sino de vida.
Gladys, a quien ya conocía brevemente aquí en Monterrey, es una mamushka de 70 años, pequeña, hiperactiva, amorosa a más no poder (y yo con esta ingrata cojera del corazón) que me hablaba de todo, me mostraba lo exterior y lo interior con igual intensidad; hablaba y hablaba como yo hubiese querido que hiciera mi madre.
Alejandro, amable personaje digno de los diarios de viaje de Marco Polo. Él se tomó dos días de su apretada agenda para llevarnos a Valparaíso y a Viña del Mar donde no sólo nos mostró los lugares turísticos, sino que nos llevó de la mano y del alma por rincones muy suyos, muy íntimos que quiso regalarnos. Ya en Santiago, departimos encendidas conversaciones entre choritos, fresas, cerezas, pan y vino, guitarras, la voz de Vero, preciosa, risas... hartas y estrepitosas risas; total, como dice Galeano, que ahí estábamos queriéndonos hasta altas horas de la madrugada.
Y Robledo, el señor de los loros, ahh... toda una amalgama de cariño, ternura, camaradería, humor sumamente fino e inteligente, búsqueda interna en sus andares y en los otros. Igualmente hiperactivo como Gladys, sólo que con 28 años menos, así que ya se imaginarán: él nos cuidaba hasta dormirnos y él nos levantaba con esa voz radial que hoy extraño tanto. Pareciera a simple vista que es un ser desparpajado, sin embargo, su mente, eterna y rápida viajera, se conecta impresionantemente con esa sensibilidad que le brota desde la mirada, para de pronto dictarme toda una cátedra sobre mi vida. Eduardo ya forma una parte importante de mi historia, de la amistad que yo valoro tanto y tan profundamente.
Y bueno, es demasiado lo que traigo en mi equipaje cardiovascular de Chile, que me tomará muchos textos plasmarlo aquí. Por lo pronto, amigos, aquí les dejo esto esperando irme completando poco a poco pues ahora, en este momento, los ojos me escuecen de sólo estarlo intentando....
P.D. Malena, Chemo, amigotes: fueron para mí pilares que con su amor, ternura y risas sostuvieron aquellos cimientos que temblaban a cada rato. Los amo.
viernes, octubre 28, 2005
CUANDO PA CHILE ME VOY...
Ayer intenté partir hacia Santiago. Digo intenté pues me fui al aeropuerto, bien ganosa la vieja, y nada, que el vuelo estaba cancelado por mal tiempo (en Santiago). Chinelas!!! "Di modo". Frustración en cabalgata con duración de cuatro horas, aplastada en una butaca, con mi roperto de ruedas que no me dejaba mover más allá de un metro. Hasta que llegó Malena (ella sí se pudo ir, volaba con Aeroméxico) y me regresé a casa con su chofer.
Espero poder hoy sí tomar el vuelo y estar mañana temprano en esa ciudad que tantos deseos tengo por conocer.
Estoy leyendo la biografía de Víctor Jara y cada vez siento más deseos de conocer a fondo la historia de ese pueblo. Lo que más me ha gustado de Víctor son sus cartas. Vaya si este hombre escribía hermosas cartas...
Bueno, querido diario, voy a sacar la mitad de mi ropa de la maleta (que pesaba como muerto) pues tantos años y aún no me acostumbro a viajar ligera de equipaje.
Extrañaré a mis hijos, a mi compañero, a mis amigos, a mi rancho, pero sé que volveré con muchas historias que contarles y cantarles.
Hasta la vista, baby!!!!
Espero poder hoy sí tomar el vuelo y estar mañana temprano en esa ciudad que tantos deseos tengo por conocer.
Estoy leyendo la biografía de Víctor Jara y cada vez siento más deseos de conocer a fondo la historia de ese pueblo. Lo que más me ha gustado de Víctor son sus cartas. Vaya si este hombre escribía hermosas cartas...
Bueno, querido diario, voy a sacar la mitad de mi ropa de la maleta (que pesaba como muerto) pues tantos años y aún no me acostumbro a viajar ligera de equipaje.
Extrañaré a mis hijos, a mi compañero, a mis amigos, a mi rancho, pero sé que volveré con muchas historias que contarles y cantarles.
Hasta la vista, baby!!!!
jueves, octubre 20, 2005
RETRATO DE ANNA
En el fondo, a la manera de Bosch , merodea un fauna fantástica, entre otra fieras imaginarias sobresale un gato: es una bestia que nació adulta, como un Lao-Tze felino recién salido de un huevo de avestruz. Hay también un cuervo y una paloma: el primero aletea para mantener el equilibrio en la rama de un manzano que desnudó el otoño, y no se sabe si una de sus alas es ala o parte del cabello de la mujer: la figura principal del cuadro. La paloma, no es la Noé, no es Semíramis, no es el Espíritu Santo; su pico sangra, su zureo conmueve hasta los espantapájaros, y viéndola con lupa más que paloma es llanto, es una manera de disimular las lágrimas de la retratada que cuando le preguntan cómo se llama, responde: Hija de mi hija, Arena, Espuma, Corazón de cactus.
La mujer del cuadro tiene cuello de cisne, si la estuviera dibujando Modigliani de seguro colocaría en él un discreto collar azul turquesa, parecido al de Lolotte: su célebre modelo. Ella está sentada en una silla de mimbre; su desnudez es casi completa: sólo la cubre un pañuelo sobre su regazo como si fuera una hoja de parra impuesta por la moral judeocristiana, como adiós en reposo cansado de agitarse cada tarde en despedidas a un vapor donde viaja la abuela muerta de la dueña de la prenda; a la diestra de ésta, bosteza un cocodrilo y aunque muestra sus poderosos dientes, no hace nada, es dócil como galgo postrado a los pies de una terrateniente rusa. Hay un instante donde Pandora amenaza con abrir la caja de sus demonios, después llega una penumbra que fluye como niebla maligna y el cuervo aprovecha la oscuridad para atacar a la dama: ella débil resiste la agresión del pajarraco como si en vez de mujer fuera un canario expuesto a los peligros nocturnos porque su carcelera olvido tapar la jaula, y así de esa manera terminan por diluirse las imágenes y el cuadro queda como boca de lobo, pero antes de que los labios de la mujer se hagan viento, ella alcanza a decirnos:
La tarde, la tarde es demasiado: pronto crecí y ya era tarde.
Cuando el llanto apareció como camino, sólo era un seco río:
me hice piedra sin mojarme.
Los noticias sobre la vida de la mujer sentada en la silla de mimbre son extrañas: Sé que se llama Anna, con doble ene; los chismosos divulgan que, para disminuir el rigor de las santas aguas mormonas que la ahogan en culpas desde la infancia, frecuenta un bar que se llama Reforma, que ahí con otros fieles de la secta: Los Olvidistas del Sexto Día, cada viernes , como si el vodka o el ron fueran aguas del Leteo, se reúnen dispuestos a provocar la amnesia, y sus remordimientos y traumas se vaporizan entre tríos de guitarras románticas, clientes con jorobas producidas por la tristeza y parejas bebiendo jarras de una cerveza oscura que las hace cagarse de risa.
Sí, de esa mujer se dicen muchas cosas: que escribe odas a su almohada, epístolas al Deseo, que cree destruirse cuando se ama así misma, que naufraga en un mar que cabe en el cuenco de sus manos. Por éstos y otros rumores semejantes, los custodios de la seriedad la acusan de lunática, pero ella misma es quien propaga la semilla de esa maledicencia porque acostumbra a develar el clamor de su entraña en versos, y aunque los promotores artísticos de la localidad no la tienen entre sus favoritos y las editoriales rechazan caprichosamente sus proyectos, sus confesiones se divulgan, su verdad interior va quedando a la vista de todos y no faltan ignorantes que le recomiendan frenar la tempestad y el ímpetu dictado por su sangre para que su trabajo lírico se ajuste a consignas impuestos por los amantes de una belleza esclerósica.
Recientemente logré conseguir una de sus obras: Las palabras no nacidas, un poemario publicado en el siglo anterior, y bajo el influjo de ese lenguaje procedente del limbo, tracé el retrato antes descrito y aunque sé que al describirlo no cumplo con mi tarea de esta noche, en lugar de un discurso plagado de inexistentes virtudes, fue lo meno rudo que pude ofrecerles. Acaso mi visión sin perspectiva nada aclara sobre el quehacer artístico de Anna y tal vez terminé por defraudarlos. Si es así, olviden lo antes dicho y véanme como si fuera un arlequín giboso que se despide interpretando un fado que los paisanos de Sá-Carneiro utilizan para descongelar los corazones, y con sus palpitares, ya motivado, dejo disponible el escenario a la estrella de este evento, y no dudo que cuando escuchen de viva voz sus versos, como yo, van a opinar que no hay necesidad de aburrirse con intermediarios, que la poesía de Anna Kullick habla por sí sola, porque es diáfana y fluye como el cantar de los remansos.
Gracias. guillermo meléndez
La mujer del cuadro tiene cuello de cisne, si la estuviera dibujando Modigliani de seguro colocaría en él un discreto collar azul turquesa, parecido al de Lolotte: su célebre modelo. Ella está sentada en una silla de mimbre; su desnudez es casi completa: sólo la cubre un pañuelo sobre su regazo como si fuera una hoja de parra impuesta por la moral judeocristiana, como adiós en reposo cansado de agitarse cada tarde en despedidas a un vapor donde viaja la abuela muerta de la dueña de la prenda; a la diestra de ésta, bosteza un cocodrilo y aunque muestra sus poderosos dientes, no hace nada, es dócil como galgo postrado a los pies de una terrateniente rusa. Hay un instante donde Pandora amenaza con abrir la caja de sus demonios, después llega una penumbra que fluye como niebla maligna y el cuervo aprovecha la oscuridad para atacar a la dama: ella débil resiste la agresión del pajarraco como si en vez de mujer fuera un canario expuesto a los peligros nocturnos porque su carcelera olvido tapar la jaula, y así de esa manera terminan por diluirse las imágenes y el cuadro queda como boca de lobo, pero antes de que los labios de la mujer se hagan viento, ella alcanza a decirnos:
La tarde, la tarde es demasiado: pronto crecí y ya era tarde.
Cuando el llanto apareció como camino, sólo era un seco río:
me hice piedra sin mojarme.
Los noticias sobre la vida de la mujer sentada en la silla de mimbre son extrañas: Sé que se llama Anna, con doble ene; los chismosos divulgan que, para disminuir el rigor de las santas aguas mormonas que la ahogan en culpas desde la infancia, frecuenta un bar que se llama Reforma, que ahí con otros fieles de la secta: Los Olvidistas del Sexto Día, cada viernes , como si el vodka o el ron fueran aguas del Leteo, se reúnen dispuestos a provocar la amnesia, y sus remordimientos y traumas se vaporizan entre tríos de guitarras románticas, clientes con jorobas producidas por la tristeza y parejas bebiendo jarras de una cerveza oscura que las hace cagarse de risa.
Sí, de esa mujer se dicen muchas cosas: que escribe odas a su almohada, epístolas al Deseo, que cree destruirse cuando se ama así misma, que naufraga en un mar que cabe en el cuenco de sus manos. Por éstos y otros rumores semejantes, los custodios de la seriedad la acusan de lunática, pero ella misma es quien propaga la semilla de esa maledicencia porque acostumbra a develar el clamor de su entraña en versos, y aunque los promotores artísticos de la localidad no la tienen entre sus favoritos y las editoriales rechazan caprichosamente sus proyectos, sus confesiones se divulgan, su verdad interior va quedando a la vista de todos y no faltan ignorantes que le recomiendan frenar la tempestad y el ímpetu dictado por su sangre para que su trabajo lírico se ajuste a consignas impuestos por los amantes de una belleza esclerósica.
Recientemente logré conseguir una de sus obras: Las palabras no nacidas, un poemario publicado en el siglo anterior, y bajo el influjo de ese lenguaje procedente del limbo, tracé el retrato antes descrito y aunque sé que al describirlo no cumplo con mi tarea de esta noche, en lugar de un discurso plagado de inexistentes virtudes, fue lo meno rudo que pude ofrecerles. Acaso mi visión sin perspectiva nada aclara sobre el quehacer artístico de Anna y tal vez terminé por defraudarlos. Si es así, olviden lo antes dicho y véanme como si fuera un arlequín giboso que se despide interpretando un fado que los paisanos de Sá-Carneiro utilizan para descongelar los corazones, y con sus palpitares, ya motivado, dejo disponible el escenario a la estrella de este evento, y no dudo que cuando escuchen de viva voz sus versos, como yo, van a opinar que no hay necesidad de aburrirse con intermediarios, que la poesía de Anna Kullick habla por sí sola, porque es diáfana y fluye como el cantar de los remansos.
Gracias. guillermo meléndez
jueves, octubre 13, 2005
MUCHAS FELICIDADES, AMIGA!!!
Un día como hoy, 13 de octubre, apenas hace algunos añitos, nace en esta ciudad de las montañas Malena Múzquiz, poeta, autora de canciones, novelista, artista en todo el sentido de la palabra. Pero más que una mujer hiper-creadora, Malena ha sabido regalarnos su visión tan particular del mundo, su oído y su hombro siempre que la hemos necesitado.
Quiero decirle que mis deseos son enormes por que en su vida permanezca esa luz brillante que la envuelve, esa risa y sensibilidad que comparte día a día con todos nosotros, sus amigos.
Te quiero, Amiga, qué Dios siempre sople a tu favor.
Feliz, pero hartamente feliz cumpleaños.
Quiero decirle que mis deseos son enormes por que en su vida permanezca esa luz brillante que la envuelve, esa risa y sensibilidad que comparte día a día con todos nosotros, sus amigos.
Te quiero, Amiga, qué Dios siempre sople a tu favor.
Feliz, pero hartamente feliz cumpleaños.
lunes, octubre 10, 2005
TORMENTA
“I´ve seen the light, and
I´ve seen the flame…”
Neil Diamond
Líneas que atraviesan cielos
rayos que los parten…
Los relámpagos son menos bellos
pero más intensos
me dije
Fisura luminosa el rayo
marca que rompe quema y nos esfuma
con tan sólo verlo
lumbre en estallido
trueno de huesos
al estarlos comprimiendo en una realidad cualquiera
Un relámpago es lumínico silencio
lejano en vasta oscuridad
investido de peligro humilde
relámpago confusa confesión
relámpago deseo destripado
re-lám-pa-go
palabra atropellada
Rayo que grita y desaparece
verdad que estruja la caja de tu pecho
Algo muere cuando se nos raja el cielo
el rayo nace para morir matando
Prólogo
de la furia del Señor
relámpago
estirar mirada en vertical
bajar la guardia
ver y completar la universal belleza
El relámpago no hiere más allá
que abrirte el corazón de ojos
II
Pero el rayo
(rayo del que nunca me hablarás)
río cruel de muerte...
Ese
que en dos o más nos ha partido
y que nos dejó tan solos
tan desiertos
con el vaho humilde y silencioso
de un relámpago.
viernes, octubre 07, 2005
LOS JUEVES EN EL PARAÍSO
Dicen, quienes han viajado mucho, que en cada pueblo de este planeta existe un cinema llamado Paraíso. No lo sé, quizá tengan razón. Yo sólo sé de uno, en mi pueblo -desde entonces ya ciudad-: El Cine Paraíso.
La verdad es que éste era sólo una pequeña sala con aproximadamente cincuenta butacas de lámina, destartaladas. Eso sí, tenía una taquilla, y en el “lobby” una deprimente dulcería donde se ofrecían palomitas correosas en bolsitas de papel estrasa, malvaviscos rancios y mini vasos encerados con pepsi caliente. A mí esto no me importaba pues la abuela se encargaba de llenarnos los bolsillos con sangüichitos aplastados, huevos duros y alguna que otra galletita. Lo difícil era, en verano, conseguir una bebida fresca, pues por aquellos tiempos nada había de toda esta interminable colección de la que ahora gozamos: aguas, jugos, refrescos hidratantes… en latas, en plástico, en cartón.
Mis escasos ocho años se alborotaban cada jueves en que el abuelo Ernesto, invariablemente, nos llevaba al Cine Paraíso. Debíamos caminar seis o siete largas cuadras, pero yo no me cansaba, sí el abuelo, pues debía soportar su peso enorme de 160 kilos. Recuerdo que en cada media cuadra, teníamos que esperarlo a que agarrara aire. Mientras, porque esto le tomaba más de quince minutos, nosotras (mi hermana y yo), nos sentábamos en el filo de la acera para ver pasar a las hormigas con sus cargamentos: un trozo de hoja, media lombriz, el ala de algún insecto… Así que, si la función daba comienzo a las cinco p.m., había que salir de casa justo después de comer.
Cuando el abuelo lograba “reponerse” para recorrer el siguiente tramo, nos levantábamos felices y tomábamos sus manos para continuar. Sus manos eran grandes, blancas y mullidas, repletas de pecas. A mí me gustaba tomarle de su curvo meñique y observar esa imagen: el enlace y contraste en tamaños, colores y texturas. Creo que ésas fueron las primeras veces en que deseé fotografiar.
Los jueves eran los días que al abuelo le gustaba ir al cine porque era el único día en la semana en que proyectaban filmes extranjeros. Sobra decir que a la sala le sobraban bastantes lugares, es más, hubo muchas ocasiones en que sólo estábamos ahí nosotros. Claro que mi hermana y yo entendíamos un carajo de aquellos idiomas: alemán, chino, japonés, inglés, etc. Además, la mayoría de las películas no contaban con subtítulos, quizá por esto sólo cobraban cincuenta centavos a los adultos y veinticinco a los niños, el equivalente a una tarifa de viaje en camión urbano. Sin embargo, yo no prestaba atención a las palabras. Yo dictaba todo el diálogo adentro a través de las imágenes: los besos, las masacres, la lluvia, llantos, abrazos, nacimientos, música… eso, la música lograba darme casi todo el panorama.
Gozaba estar ahí, en ese pequeño recinto oscuro, con diminutas luminarias semejando estrellas en el cielo, creyéndome princesa de cuento ruso en un concierto. Ahora sé que los jueves en el paraíso eran tan esperados como navidades semanales.
El Cine Paraíso estaba en una colonia, del mismo nombre, colindante a la nuestra: la “Buenos Aires”. Quien no fuera feliz con esos nombres encapsulándole la existencia, no sé, tendría que ser un malviajado establecido en el reino subterráneo de la insensibilidad.
Nota: Ahora, con su tristeza a cuestas, el Paraíso es una vulcanizadora y un remedo de taller mecánico.
La verdad es que éste era sólo una pequeña sala con aproximadamente cincuenta butacas de lámina, destartaladas. Eso sí, tenía una taquilla, y en el “lobby” una deprimente dulcería donde se ofrecían palomitas correosas en bolsitas de papel estrasa, malvaviscos rancios y mini vasos encerados con pepsi caliente. A mí esto no me importaba pues la abuela se encargaba de llenarnos los bolsillos con sangüichitos aplastados, huevos duros y alguna que otra galletita. Lo difícil era, en verano, conseguir una bebida fresca, pues por aquellos tiempos nada había de toda esta interminable colección de la que ahora gozamos: aguas, jugos, refrescos hidratantes… en latas, en plástico, en cartón.
Mis escasos ocho años se alborotaban cada jueves en que el abuelo Ernesto, invariablemente, nos llevaba al Cine Paraíso. Debíamos caminar seis o siete largas cuadras, pero yo no me cansaba, sí el abuelo, pues debía soportar su peso enorme de 160 kilos. Recuerdo que en cada media cuadra, teníamos que esperarlo a que agarrara aire. Mientras, porque esto le tomaba más de quince minutos, nosotras (mi hermana y yo), nos sentábamos en el filo de la acera para ver pasar a las hormigas con sus cargamentos: un trozo de hoja, media lombriz, el ala de algún insecto… Así que, si la función daba comienzo a las cinco p.m., había que salir de casa justo después de comer.
Cuando el abuelo lograba “reponerse” para recorrer el siguiente tramo, nos levantábamos felices y tomábamos sus manos para continuar. Sus manos eran grandes, blancas y mullidas, repletas de pecas. A mí me gustaba tomarle de su curvo meñique y observar esa imagen: el enlace y contraste en tamaños, colores y texturas. Creo que ésas fueron las primeras veces en que deseé fotografiar.
Los jueves eran los días que al abuelo le gustaba ir al cine porque era el único día en la semana en que proyectaban filmes extranjeros. Sobra decir que a la sala le sobraban bastantes lugares, es más, hubo muchas ocasiones en que sólo estábamos ahí nosotros. Claro que mi hermana y yo entendíamos un carajo de aquellos idiomas: alemán, chino, japonés, inglés, etc. Además, la mayoría de las películas no contaban con subtítulos, quizá por esto sólo cobraban cincuenta centavos a los adultos y veinticinco a los niños, el equivalente a una tarifa de viaje en camión urbano. Sin embargo, yo no prestaba atención a las palabras. Yo dictaba todo el diálogo adentro a través de las imágenes: los besos, las masacres, la lluvia, llantos, abrazos, nacimientos, música… eso, la música lograba darme casi todo el panorama.
Gozaba estar ahí, en ese pequeño recinto oscuro, con diminutas luminarias semejando estrellas en el cielo, creyéndome princesa de cuento ruso en un concierto. Ahora sé que los jueves en el paraíso eran tan esperados como navidades semanales.
El Cine Paraíso estaba en una colonia, del mismo nombre, colindante a la nuestra: la “Buenos Aires”. Quien no fuera feliz con esos nombres encapsulándole la existencia, no sé, tendría que ser un malviajado establecido en el reino subterráneo de la insensibilidad.
Nota: Ahora, con su tristeza a cuestas, el Paraíso es una vulcanizadora y un remedo de taller mecánico.
lunes, octubre 03, 2005
COMO A LA TIERRA
Desde la ira iridiscente
el alcohol que arde y apacigua
hasta los versos que amables dañan
todos los venenos
todos los antídotos
han tocado esta mordida
Por ella siguen transcurriendo
el respiro de unos nardos
que tienen permiso de pecar
la peligrosa redondez de un océano
el nacimiento de tifones y su amenaza de acabarme
Mi herida ha hospedado
rojas dulces y húmedas manzanas
cantos callados de bocas imposibles
el estrépito de blancos lirios
que la hacen supurar de nostálgicos infiernos
Como a la tierra
cortada con la espada ardiente de negros agujeros
la sal de más de un llanto le ha quemado
frívolos vientos en ocasiones la adormecen
entonces creo se ha cerrado
Con el desbordamiento de su sangre
ha incendiado reinos de miradas
y la lluvia pertinaz de amargos tréboles
despejó un viejo camino
haciéndome doblar temblando
en esta equivocada y necesaria esquina.
el alcohol que arde y apacigua
hasta los versos que amables dañan
todos los venenos
todos los antídotos
han tocado esta mordida
Por ella siguen transcurriendo
el respiro de unos nardos
que tienen permiso de pecar
la peligrosa redondez de un océano
el nacimiento de tifones y su amenaza de acabarme
Mi herida ha hospedado
rojas dulces y húmedas manzanas
cantos callados de bocas imposibles
el estrépito de blancos lirios
que la hacen supurar de nostálgicos infiernos
Como a la tierra
cortada con la espada ardiente de negros agujeros
la sal de más de un llanto le ha quemado
frívolos vientos en ocasiones la adormecen
entonces creo se ha cerrado
Con el desbordamiento de su sangre
ha incendiado reinos de miradas
y la lluvia pertinaz de amargos tréboles
despejó un viejo camino
haciéndome doblar temblando
en esta equivocada y necesaria esquina.
viernes, septiembre 30, 2005
Detener la vida
Aprovecho que la vida es efímera. ¿Qué tal si yo vidara para siempre?
Me enrredo en la desvelada flama de una pantalla. ¿Qué tal que la luz fuera velada?
Encuentro que vivimos hacia adentro y afuera sólo navegamos. ¿Qué me parecería sufragar adentro?
A veces creo que existir es todo. Otras veces me basta con un poco de creer. Y mi sitio es precisamente éste: escribir.
Hoy tuve que detener la vida. Ella me detuvo en la pausada voz de un ángel viejo: "Señorita, por favor, vivo sola allá arriba, cómpreme algo".
Vi su cajita de cartón con cuatro paquetitos de chicles, dos de cacahuates, uno más de semillitas... Le ofrecí una moneda. Sin tomarla me extendió un paquete. "No, no", le dije, "no me dé nada, véndalo más adelante".
"Lo siento", contestó con harta tristeza, "no puedo agarrar dinero si usted no toma algo a cambio". Me atreví a decirle una gran mentira: "es que estoy a dieta". Luego pensé que la pobre y diminuta anciana ni idea tenía de mis palabras, así que tomé el bultito y ella tomó la moneda.
La vida es efímera, gracias a los ángeles que nos la dictan, y gracias a que estamos aquí para escribirla.
Me enrredo en la desvelada flama de una pantalla. ¿Qué tal que la luz fuera velada?
Encuentro que vivimos hacia adentro y afuera sólo navegamos. ¿Qué me parecería sufragar adentro?
A veces creo que existir es todo. Otras veces me basta con un poco de creer. Y mi sitio es precisamente éste: escribir.
Hoy tuve que detener la vida. Ella me detuvo en la pausada voz de un ángel viejo: "Señorita, por favor, vivo sola allá arriba, cómpreme algo".
Vi su cajita de cartón con cuatro paquetitos de chicles, dos de cacahuates, uno más de semillitas... Le ofrecí una moneda. Sin tomarla me extendió un paquete. "No, no", le dije, "no me dé nada, véndalo más adelante".
"Lo siento", contestó con harta tristeza, "no puedo agarrar dinero si usted no toma algo a cambio". Me atreví a decirle una gran mentira: "es que estoy a dieta". Luego pensé que la pobre y diminuta anciana ni idea tenía de mis palabras, así que tomé el bultito y ella tomó la moneda.
La vida es efímera, gracias a los ángeles que nos la dictan, y gracias a que estamos aquí para escribirla.
sábado, septiembre 24, 2005
FELICES CUMPLEDÍAS
Mañana cumple años mi comadre, amiga, hermana: More. Para ella es muy importante celebrar, y estoy totalmente de acuerdo. El día en que nacimos, un destino armó decretos, los enlazó con la venia de Dios y de unos padres terrenales, los calibró con nuestro llanto prístino y la absurda risa de estos últimos.
Sí, amiga tan querida, es importante celebrar, establecer una conciencia en ese día --sobre todo cuando se cumplen 40 años-- acerca del andar, de las ilusiones, logros, carencias y disfrutes. Sí, disfrutar este regalo que es la vida, volcarnos hacia adentro, exprimirnos la mirada y voltear en un giro de 180 grados: ver a nuestros hijos, a nuestro compañero, a nuestra famila, a nuestros amigos, nuestras fallas, nuestros muertos, ah! y los sueños... el producto de lo que ahora somos.
Amigacomadrehermana:
El que hoy seamos capaces de celebrar, alzar el cáliz, mirar al centro, voltear siempre la mirada como la rosa de los vientos, es una enorme bendición. Gracias por toda tu alegría, por sostenerme el desespero tantas veces, por estar siempre ahí. Pero encima de todo: gracias por quererme tanto como yo te quiero a ti.
FELIZ CUMPLEAÑOS, Y AÚN MÁS: FELICES CUMPLEDÍAS.
viernes, septiembre 23, 2005
Valquirias en Oaxaca
CANCIONES PREFERIDAS
No sólo de poemas vive mi blog. Ésta es una de mis canciones favoritas.
ACUÉRDATE DE ABRIL
(Por Amaury Pérez)
Acuérdate de abril, recuerda
la limpia palidez de sus mañanas
no sea que el invierno vuelva
y el frío te desgarre el alma
Acuérdate de abril, recuerda
la luz, pero la luz más clara
la que el beso más mío deja
donde la boca más lejana
Acuérdate de mí si abril te llega
tendida, amada, fiel y en otros brazos
acuérdate de mí si abril volviera
con nuevo traje y nuevos lazos
Acuérdate de mí cuando el otoño
le dé paso a la primavera
acuérdate de mí si el pensamiento
te libra del amor que te sujeta
Acuérdate de abril, recuerda
mi voz cantando a tu sonrisa
acuérdate de abril que no se aleja
si hay más congoja y menos prisa
Acuérdate de abril, recuerda
mi andar sobre tu piel, descalzo
acuérdate de abril, recuerda
mi gesto en el primer abrazo
Acuérdate de mí si te sorprende
el viento que otro abril trajera
acuérdate de mí si nunca sientes
un beso que a tu amor convenza
Acuérdate de mí, no me abandones
tan solo que este abril me desespera
no olvides que el amor vuela de noche
y anida en otro abril
cualquiera.
ACUÉRDATE DE ABRIL
(Por Amaury Pérez)
Acuérdate de abril, recuerda
la limpia palidez de sus mañanas
no sea que el invierno vuelva
y el frío te desgarre el alma
Acuérdate de abril, recuerda
la luz, pero la luz más clara
la que el beso más mío deja
donde la boca más lejana
Acuérdate de mí si abril te llega
tendida, amada, fiel y en otros brazos
acuérdate de mí si abril volviera
con nuevo traje y nuevos lazos
Acuérdate de mí cuando el otoño
le dé paso a la primavera
acuérdate de mí si el pensamiento
te libra del amor que te sujeta
Acuérdate de abril, recuerda
mi voz cantando a tu sonrisa
acuérdate de abril que no se aleja
si hay más congoja y menos prisa
Acuérdate de abril, recuerda
mi andar sobre tu piel, descalzo
acuérdate de abril, recuerda
mi gesto en el primer abrazo
Acuérdate de mí si te sorprende
el viento que otro abril trajera
acuérdate de mí si nunca sientes
un beso que a tu amor convenza
Acuérdate de mí, no me abandones
tan solo que este abril me desespera
no olvides que el amor vuela de noche
y anida en otro abril
cualquiera.
miércoles, septiembre 21, 2005
CONFIESO
Regreso de la ausencia de ti
del misterio que desarticula
hasta el último vórtice de mis arterias
Retorno a veces
para decirle a este mundo
a ti
que me duele no haber estado
(siempre ocupada en el intento de ser)
que ninguna de mis lágrimas
tuvo la libertad de la caída
(siempre colgando de un quizá)
que jamás quedó en mi pecho
abrazo alguno como el tuyo
que nunca como ahora
pude tanto detestar amaneceres
Mi porvenir
no fue otra cosa que el silencio
y en cualquier silencio observo mi pasado
No estoy vieja
aunque anido en mi sonrisa a todos mis ancestros
no soy joven
pero a diario hablo con el sol
me acuesto con él (le miento)
le soy infiel:
me levanto con la luna
Desprecio cualquier fogosidad
me deshace lo poco que de agua queda
hasta el llanto me convierte en polvo
para quedarme al fin
debajo de calientes piedras
Nada pude transformar
sin ese hálito de inocencia
ningún surco que mis ojos habitaron
quedó sin sueño
En el vapor del deseo
en el agua de la boca
el fuego danzó con fiera pasión
Puedo estar en paz
la vida
al fin y al cabo
ha cumplido en mí su condena.
del misterio que desarticula
hasta el último vórtice de mis arterias
Retorno a veces
para decirle a este mundo
a ti
que me duele no haber estado
(siempre ocupada en el intento de ser)
que ninguna de mis lágrimas
tuvo la libertad de la caída
(siempre colgando de un quizá)
que jamás quedó en mi pecho
abrazo alguno como el tuyo
que nunca como ahora
pude tanto detestar amaneceres
Mi porvenir
no fue otra cosa que el silencio
y en cualquier silencio observo mi pasado
No estoy vieja
aunque anido en mi sonrisa a todos mis ancestros
no soy joven
pero a diario hablo con el sol
me acuesto con él (le miento)
le soy infiel:
me levanto con la luna
Desprecio cualquier fogosidad
me deshace lo poco que de agua queda
hasta el llanto me convierte en polvo
para quedarme al fin
debajo de calientes piedras
Nada pude transformar
sin ese hálito de inocencia
ningún surco que mis ojos habitaron
quedó sin sueño
En el vapor del deseo
en el agua de la boca
el fuego danzó con fiera pasión
Puedo estar en paz
la vida
al fin y al cabo
ha cumplido en mí su condena.
lunes, septiembre 19, 2005
INVOCO LA LÁGRIMA
"Pero el flagelo imprime su sentencia, donde resguarda el impostor su miedo."
Javier España
Vivo en un desorden yo que nunca. Tengo cuatromildoscientasveintiún cosas en esta cabeza y cada vez que intento acomodarlas, al menos unas cuatro o cinco, parece resultar peor: brincan y parecen multiplicarse las muy ingratas.
No me preparé para el desorden, no me anticipé. Siempre viví pensando que el orden habría de regir mi vida.
Es tan enorme este pantano en la mía testa, que hasta hoy me percaté que no le ha dejado espacio a las lágrimas, a aquél derrame salino que tanto añoro, el que me hacía palpar mi humanidad, el que la volvía tangible, aquél que me hacía visible para mí. Yo podía tocarme tras el llanto...
Tengo tanto tiempo de no llorar... Hoy sentí la emoción al ver a un anciano vendedor de paletas, sentado en la banqueta, leyendo un libro. ¿Y las lágrimas? No acudieron aunque todos mis ojos ardieron como el sol que quemaba al pobre viejo. ¿Se habrán ido del todo? ¿Para siempre?
A mi abuela Margarita, en sus últimos quince años, había que comprarle lágrimas artificiales. Lo contrario de mi abuela Anita; a ella debimos haberle comprado un deshidratante lagrimal. Lloraba siempre la hermosa Ana María...
Añoro mi llanto. En este momento de escribir la frase me vienen inmensas ganas de llorar, pero creo que ya mis ojos están dormidos, o muertos; ya no le transmiten al corazón la exacta emoción que sostenían. ¿Les pasará esto a quienes estamos a punto de caernos del árbol? Quién sabe... Yo he visto llorar a tanta gente "grande", así nada más, porque recordaron algo, porque escucharon el mar o un canario, vieron pasar una golondrina, un racimo de palabras, aún por el simple hecho de haberme visto.
miércoles, septiembre 14, 2005
LA CASA DE MI PADRE
"La única poesía que puedo concretar es la expresión de mi suceder anímico"
Alejandra Pizarnik
Mi padre tiene una casa sola
habitada por una larga mesa platos vasos y cucharas
Sólo eso
además de una alberca desinflada
que nadie puede jamás llenar
A solas él conoce esa casa y sus razones:
la puerta sin llave
el baño sin puerta
el jardín sin plantas
y la honorable montaña que la guarda y la custodia
A veces padre invita hijos y nietos
para nutrirlos con comida
poder así colmar su larga mesa
y abrazarlos con sus ojos desde lejos
Ayer
cuando le obsequié el recuerdo
del árbol que juntos plantamos en casa de los abuelos
sin querer me sostuvo en su mirada
Más tarde
cuando regó con agua a mi hija
(como si fuera una plantita)
pude verme niña en su pasado
encima de sus piernas
protegida
La casa está lejos y vacía
y mi padre clama por esa mentirosa soledad
lo sé
a pesar de su esfuerzo enorme
de llenarla con nosotros
Pero él no está vacío
de lejos también esto lo sé
A mi padre lo colma un pueblo lleno de historias
de presencias
de frondosas remembranzas en imágenes y aromas
Aunque ahí
nadie
podremos jamás entrar.
viernes, septiembre 09, 2005
UN MILAGRO
Estoy en un ciber café pues este vicio internético me rebasa. Termino de leer un correo electrónico
-de esas cadenas que te ofrecen un milagro-: "si usted lo envía a diez o más personas, el teléfono sonará en un momento con una agradable sorpresa". Me gana esta terca inocencia y decido enviarlo.
En unos minutos suena mi cel. Es mi hija Luna y su voz cascada de brillantes: "¡Mami, no lo puedo creer, sucedió un milagro en el jardín! ¡¡¡Le ha salido un diente de león!!!
-de esas cadenas que te ofrecen un milagro-: "si usted lo envía a diez o más personas, el teléfono sonará en un momento con una agradable sorpresa". Me gana esta terca inocencia y decido enviarlo.
En unos minutos suena mi cel. Es mi hija Luna y su voz cascada de brillantes: "¡Mami, no lo puedo creer, sucedió un milagro en el jardín! ¡¡¡Le ha salido un diente de león!!!
martes, agosto 30, 2005
EL VIEJO LATIDO QUE ME AGUARDA
Es un idioma
una melodía
olor de melón a mediodía
una rima que arrima al sordo
es flor pequeña callada
que crece entre la nada
Grave melancolía
que constriñe el subeybaja de las nubes
que conserva en su vientre la pausa prolongada
y tiene en su música
cadencias de tristeza acitronada
Escucho su voz
y voy a esos párpados que bailan sin moverse
Estática le pido que me aguarde
no tardaré mucho
sólo los latidos suficientes
para poderme recordar:
saber decir de nuevo que amo.
jueves, agosto 25, 2005
ENAMORARME
Para Zaira y su Vaquero
Llevo ya dos años de estar deseando enamorarme, de una flor, de un perro, de una canción, cualquier cosa (no importa que no se mueva). Hubo un año entero en que permanecí sujeta a ese estado mágico. Ayer lo recordé.
Mis oídos zumbaban y me sudaban los ojos al pasar cerca de él. A veces, cuando la manía estaba a mi favor, osaba esconderme en la esquina de enfrente para espiarlo. Sí, era hermoso, altísimo, corpulento pero grácil, piel de bronce, melena abundante y desparpajada en la que bien podían anidar miles de pájaros... y esa mirada, ¡ah!, esa mirada siempre en alto como buscando extirparle al cielo más luz de la que ya él podía contener.
Día tras día me invitaba a abrazarle, y yo,día a día, me obligaba a decir: quizá mañana.
Así, entre sueños verdes enamorados, entre saltos cardiovasculares, frente a miradas resplandecientes, los días fueron echándose al pasado hasta que una tarde de septiembre, justo cuando el otoño comenzaba a dar señales, no lo vi más.
Bajé del auto y caminé hacia donde siempre estuvo. Las piernas se me doblaron y caí de rodillas, sólo para quedarme ahí, contemplando sus raíces secas y amontonadas.
martes, agosto 23, 2005
MUJER EN SU VENTANA
Ella está sumergida en su ventana,
contemplando las brasas del anochecer, posible todavía.
Todo fue consumado en su destino, definitivamente
inalterable desde ahora
como el mar en un cuadro,
y sin embargo el cielo continúa pasando con sus
angelicales procesiones.
Ningún pato salvaje interrumpió su vuelo hacia el oeste;
allá lejos seguirán floreciendo los ciruelos, blancos,
como si nada,
y alguien en cualquier parte levantará su casa
sobre el polvo y humo de otra casa.
Inhóspito este mundo.
Áspero este lugar de nunca más.
Por una fisura del corazón sale un pájaro negro y es la noche
- ¿o acaso será un dios que cae agonizando sobre el mundo?-,
pero nadie lo ha visto, nadie sabe,
ni el que se va creyendo que de los lazos rotos nacen
preciosas alas,
los instantáneos nudos del azar, la inmortal aventura,
aunque cada pisada clausure con un sello todos los
paraísos prometidos.
Ella oyó en cada paso la condena.
Y ahora ya no es más que una remota, inmóvil mujer en su
ventana,
la simple arquitectura de la sombra aislada en su piel,
como si alguna vez una frontera, un muro, un silencio,
un adiós,
hubieran sido el verdadero límite,
el abismo final entre una mujer y un hombre.
Olga Orozco
contemplando las brasas del anochecer, posible todavía.
Todo fue consumado en su destino, definitivamente
inalterable desde ahora
como el mar en un cuadro,
y sin embargo el cielo continúa pasando con sus
angelicales procesiones.
Ningún pato salvaje interrumpió su vuelo hacia el oeste;
allá lejos seguirán floreciendo los ciruelos, blancos,
como si nada,
y alguien en cualquier parte levantará su casa
sobre el polvo y humo de otra casa.
Inhóspito este mundo.
Áspero este lugar de nunca más.
Por una fisura del corazón sale un pájaro negro y es la noche
- ¿o acaso será un dios que cae agonizando sobre el mundo?-,
pero nadie lo ha visto, nadie sabe,
ni el que se va creyendo que de los lazos rotos nacen
preciosas alas,
los instantáneos nudos del azar, la inmortal aventura,
aunque cada pisada clausure con un sello todos los
paraísos prometidos.
Ella oyó en cada paso la condena.
Y ahora ya no es más que una remota, inmóvil mujer en su
ventana,
la simple arquitectura de la sombra aislada en su piel,
como si alguna vez una frontera, un muro, un silencio,
un adiós,
hubieran sido el verdadero límite,
el abismo final entre una mujer y un hombre.
Olga Orozco
martes, agosto 09, 2005
MañAnna
miércoles, agosto 03, 2005
POEMA NUESTRO DE CADA DÍA
PERDÓN
No pienso pedir
humildemente perdón a ningún cura
encerrado en una caja estrecha
color marrón oscuro
en gracia construida
por un atormentado.
No pienso desahogarme
en vosotros
presumiendo siempre
de camas vacías
ni esconder tampoco
mi vergüenza herida
bajo tus plumas,
tú que nunca te perdiste una seducción.
Pero a mis vecinos, a mis dioses,
al poder del sol,
a los seres que herí,
al dolor que hay en mí,
a ese hombre que esconden los hábitos
y a mi espejo roto,
a ellos sí, pediré perdón.
Pearse Hutchinson
No pienso pedir
humildemente perdón a ningún cura
encerrado en una caja estrecha
color marrón oscuro
en gracia construida
por un atormentado.
No pienso desahogarme
en vosotros
presumiendo siempre
de camas vacías
ni esconder tampoco
mi vergüenza herida
bajo tus plumas,
tú que nunca te perdiste una seducción.
Pero a mis vecinos, a mis dioses,
al poder del sol,
a los seres que herí,
al dolor que hay en mí,
a ese hombre que esconden los hábitos
y a mi espejo roto,
a ellos sí, pediré perdón.
Pearse Hutchinson
martes, agosto 02, 2005
EL CORAZÓN ENTRE ARRECIFES
El alma no regresa aún a este desatornillado cuerpo. No quiere la muy infame. Andará bajo esos altísimos laureles de Oaxaca, columpiándose, frotando su melena alborotada en esas ramas milenarias... Al desplome de la tarde irá a sentarse al zócalo, se beberá un mezcal, o dos, con esos limones gordos sabor a mango, escarchados con sal de gusanito. Por la noche se encaminará a La Parroquia, bar donde le cantan lo que pida y le ruegan que se quede. Sí, eso ha de ser. Aquel joven trovador con voz de campanario la tiene secuestrada.
Méndiga, altamente traicionera, ya regrésate, le digo, no me dejes fuera al corazón golpeándose contra arrecifes, intentando pisar de nuevo esta inamovible tierra...
Méndiga, altamente traicionera, ya regrésate, le digo, no me dejes fuera al corazón golpeándose contra arrecifes, intentando pisar de nuevo esta inamovible tierra...
miércoles, julio 20, 2005
martes, julio 19, 2005
NOCHE DE HURACÁN
Son las doce. Treinta minutos después de un largo mediodía. Me revientan las horas, pero más los minutos. Llego a casa y advierto que sólo me esperan tres actividades: leer, escribir, o coser. Mi marido ha partido hacia lo novivido. (Qué hermoso verso, pero no es verdad). No, se ha ido en un viaje de trabajo. Yo no sé qué hacer con tantas horas. A veces me faltan, a veces me sobran... Enciendo un cigarro, me sirvo un vaso rebosante de hielo y agua, y marco el número de mi comadre More, mi amiga, a quien no veo ni escucho desde hace dos semanas. Nadie contesta.
Sigo intentando una conexión. Le marco a mi jefe-editor, Eugenio:
--Son chingoytantas cuartillas, además la revisión global de la revista, ahí tú súmale. ¡Ah, pero recuerda que el jueves nos vamos a Oaxaca. Yo, con una adelante, y tu madre con la otra detrás, jajajaja!
--Ay, tía, claro que te haré un cheque. Llámame mañana, ¿oquei? --responde el Eugene, un poco sacado de onda.
Luego resucitan las horas... minutos, ráfagas crueles de recuerdos, vértigo al no saber qué hacer con tanto y tan diminuto espacio.... (porque el tiempo es espacio, si no, ¿qué es?)
Recojo mi canasto de costura, enhebro la aguja (con lupa, claro), y ésta me punza el mismo centro del hueso del aguacate.
Decido hablarle a Malena. Malena, amiga, dónde estás, dónde el duende que dúctil me hace preguntarme tantas cosas? Aviento la costura y marco: 80-6.......
--¿Bueno?
--Lupe, ¿qué estás haciendo?
--Ay, Annita, estábamos la Nancy y yo extrañándote....
--Oye, guey, ya sabes que ahí viene un huracán, ¿verdad?
--¡¡Síííí!!, qué padre!!
--Tú no ´tas "güena", Malena...
--¡¡Vénte, loca, vénte al rancho, estamos a punto de ver una película maravillosa....!!
--No. Tengo miedo. ¡¡Ahí viene el huracán!!
--Ay, amiga.... de lo único que debes tener miedo es de no ser feliz..... ¡Vénte, mensa, te esperamos!
--O. K. Allá voy. Mi marido se fue de viaje y Luna está con su abuela.
Levanto a Bryan de su virtual estación y le digo aullándome la garganta de placer:
--Nos vamos al rancho. ¡Ya!
--¿De verdad?
--Si, ¡pero ya!
Algo sentí que me hizo apresurarme. No sabía qué. Pensé en el inminente huracán, pensé en mi atropellada odiesea hacia Oaxaca, pensé en Mariano... como si en ese viaje fuera a desaparecer... Me atravesaron situaciones raras...
A medida que atiborraba mi maleta con cosas, mi pensamiento estaba en "no regresar". ¿Él o ella? Alguien de los dos pudiera no regresar....
Entonces la llamada:
--¿Hola?
--Oye, Sapi, mira que el huracán sí va a pegar en Monterrey, ¿eh? Bueno, ten las velas preparadas, cierren todo muy bien, todos juntos, nada de ranchos ni de nada, ¿o.k?
--¿Cómo?
--Sí, así como te digo. No hay tiempo. Recoge a Zingui y díle que no salga, que él es el que debe estar ahí para cuidarlos a ustedes.
--Bueno. --sólo acerté a contestar.
--En la noche les hablo.
--Ciao. --apuntó él como fin de un "mail".
Respiré jondo y projundo, como dicen en mi rancho, y me dije: "Annota, tienes dos opciones:
a) quédate a ver el huracán pasar, o
b) sé parte de él. "
Adivinen ¿cuál tomé?
A los que votaron por quedarme: ¡WRONG, WRONG, TRY AGAIN!
A los que votaron por irme: Tibios, tibios. Más o menos me conocen....
A los que no supieron qué onda: ¡Felicidades! Han ustedes ganado, porque ya enrranchada, con esa naturalia amantosa frente a mí, con toda esa compañía de hadas (nancy y berthita), con aquella alboroza copa de vino blanco helado, ante esa esplenditud... ¿qué creen?
El sol se alzó de un blanco inmaculado. ("El sol está blanco, Annita", dijo Nancy a las cinco de la tarde. ) Al sol le ha custodiado un viento leve y seductor, como esos amantes malignos que sí nos aman, pero sólo por un rato...
De pronto, sin aviso, la tormenta vertical, espesa, rápida, directa... ("Así quiero ser yo", pensé.) Tuve pánico. Me vi no sólo empapada en medio de un bosque, me vi azotada por un violentoviento dejándome desnuda.
Regresé a casa. Donde nunca pasa nada.... Y todo está pasando.
Sigo intentando una conexión. Le marco a mi jefe-editor, Eugenio:
--Son chingoytantas cuartillas, además la revisión global de la revista, ahí tú súmale. ¡Ah, pero recuerda que el jueves nos vamos a Oaxaca. Yo, con una adelante, y tu madre con la otra detrás, jajajaja!
--Ay, tía, claro que te haré un cheque. Llámame mañana, ¿oquei? --responde el Eugene, un poco sacado de onda.
Luego resucitan las horas... minutos, ráfagas crueles de recuerdos, vértigo al no saber qué hacer con tanto y tan diminuto espacio.... (porque el tiempo es espacio, si no, ¿qué es?)
Recojo mi canasto de costura, enhebro la aguja (con lupa, claro), y ésta me punza el mismo centro del hueso del aguacate.
Decido hablarle a Malena. Malena, amiga, dónde estás, dónde el duende que dúctil me hace preguntarme tantas cosas? Aviento la costura y marco: 80-6.......
--¿Bueno?
--Lupe, ¿qué estás haciendo?
--Ay, Annita, estábamos la Nancy y yo extrañándote....
--Oye, guey, ya sabes que ahí viene un huracán, ¿verdad?
--¡¡Síííí!!, qué padre!!
--Tú no ´tas "güena", Malena...
--¡¡Vénte, loca, vénte al rancho, estamos a punto de ver una película maravillosa....!!
--No. Tengo miedo. ¡¡Ahí viene el huracán!!
--Ay, amiga.... de lo único que debes tener miedo es de no ser feliz..... ¡Vénte, mensa, te esperamos!
--O. K. Allá voy. Mi marido se fue de viaje y Luna está con su abuela.
Levanto a Bryan de su virtual estación y le digo aullándome la garganta de placer:
--Nos vamos al rancho. ¡Ya!
--¿De verdad?
--Si, ¡pero ya!
Algo sentí que me hizo apresurarme. No sabía qué. Pensé en el inminente huracán, pensé en mi atropellada odiesea hacia Oaxaca, pensé en Mariano... como si en ese viaje fuera a desaparecer... Me atravesaron situaciones raras...
A medida que atiborraba mi maleta con cosas, mi pensamiento estaba en "no regresar". ¿Él o ella? Alguien de los dos pudiera no regresar....
Entonces la llamada:
--¿Hola?
--Oye, Sapi, mira que el huracán sí va a pegar en Monterrey, ¿eh? Bueno, ten las velas preparadas, cierren todo muy bien, todos juntos, nada de ranchos ni de nada, ¿o.k?
--¿Cómo?
--Sí, así como te digo. No hay tiempo. Recoge a Zingui y díle que no salga, que él es el que debe estar ahí para cuidarlos a ustedes.
--Bueno. --sólo acerté a contestar.
--En la noche les hablo.
--Ciao. --apuntó él como fin de un "mail".
Respiré jondo y projundo, como dicen en mi rancho, y me dije: "Annota, tienes dos opciones:
a) quédate a ver el huracán pasar, o
b) sé parte de él. "
Adivinen ¿cuál tomé?
A los que votaron por quedarme: ¡WRONG, WRONG, TRY AGAIN!
A los que votaron por irme: Tibios, tibios. Más o menos me conocen....
A los que no supieron qué onda: ¡Felicidades! Han ustedes ganado, porque ya enrranchada, con esa naturalia amantosa frente a mí, con toda esa compañía de hadas (nancy y berthita), con aquella alboroza copa de vino blanco helado, ante esa esplenditud... ¿qué creen?
El sol se alzó de un blanco inmaculado. ("El sol está blanco, Annita", dijo Nancy a las cinco de la tarde. ) Al sol le ha custodiado un viento leve y seductor, como esos amantes malignos que sí nos aman, pero sólo por un rato...
De pronto, sin aviso, la tormenta vertical, espesa, rápida, directa... ("Así quiero ser yo", pensé.) Tuve pánico. Me vi no sólo empapada en medio de un bosque, me vi azotada por un violentoviento dejándome desnuda.
Regresé a casa. Donde nunca pasa nada.... Y todo está pasando.
martes, julio 12, 2005
AGUA BENDITA
Después de tantos días de agobiante calor, de flores tristes, pasos lentos arrastrándose con sobras de energía... después del sudor como único abrazo a mi cuerpo, de hemorragias solares enceguecedoras, al fin llegó la lluvia. Tormenta de agua bendita que gritó en espasmos: descanso que se adueña de nosotros después de un llanto prolongado.
LA PAZ DE UNA CERTEZA
Anoche me cubrí con la paz de la tormenta
Sentí que la lluvia encierra
la unión desconcertada de los cuerpos
y filtra toda lejanía toda ausencia
Cuando relampaguea
en el oscuro centro de la bóveda
mi corazón se moja con felices truenos
se habita desnudo
con la paz de tu memoria
El viento afuera deshilacha pensamientos
los enreda como abrazos irreales
sólo tu sonrisa permanece intacta
detenida
diciéndome que no puede quedarse.
LA PAZ DE UNA CERTEZA
Anoche me cubrí con la paz de la tormenta
Sentí que la lluvia encierra
la unión desconcertada de los cuerpos
y filtra toda lejanía toda ausencia
Cuando relampaguea
en el oscuro centro de la bóveda
mi corazón se moja con felices truenos
se habita desnudo
con la paz de tu memoria
El viento afuera deshilacha pensamientos
los enreda como abrazos irreales
sólo tu sonrisa permanece intacta
detenida
diciéndome que no puede quedarse.
viernes, julio 01, 2005
LUNA BRUNA
Esta semana lunera... Ay, esta semana que me ha llevado como chicote viejo de un lado a otro, del pasado al futuro, del horizonte al abismo... Claro, no podía ser de otra manera, acabo de descubrir que traigo a la luna en capricornio, precisamente mi signo solar. ¿Un eclipse? ¿Acaso un eclipse es lo que ronda mi alma en estos días? No sé, es como un plan de viaje, preciso, anotado cada uno de los lugares para estar; y resulta que cada tren es el equivocado, me conduce a otra parte, me lleva, a la fuerza, a la luna bruna.
miércoles, junio 22, 2005
FOTOS DE LA EXPOSICIÓN
Éstas son dos fotografías de la exposición de Malena. Espero las disfruten.
Prontito escribiré de nueva cuenta. Anda un poco extraña la araña (¿cuándo no?).
Gracias por todos sus comentarios, queridos amigos Paty, Gaby, María, Oscar, More... De verdad que son altamente apreciados y atesorados en esta vieja caja del corazón.
Prontito escribiré de nueva cuenta. Anda un poco extraña la araña (¿cuándo no?).
Gracias por todos sus comentarios, queridos amigos Paty, Gaby, María, Oscar, More... De verdad que son altamente apreciados y atesorados en esta vieja caja del corazón.
martes, junio 14, 2005
lunes, junio 13, 2005
DESCANSA EL VERANO
Al transcurrir el día
rompen filas los oníricos decretos
transito sobre distancias
filialmente recorridas
donde ha permanecido el deseo doblegado
Saben ángeles donde quedó
mudo mi mundo
saben dioses lo impío de esta espera
que universal sujeta
estando descosida todavía
Me visto con legados malnacidos
sólo para parecerme a lo imposible
mientras la sobriedad pregunta
briaga
por la ausente crianza
Sarcasmos fieles visitantes
únicos satisfactores de la libido
seco como hielo el reto
de reflejar la espera
Mientras transcurre el día
se me escurre el velo
se atora en los brezos de la tarde
y el amor no puede imaginar
cuánta desnudez puede caber
entre el verano y mi mirada.
rompen filas los oníricos decretos
transito sobre distancias
filialmente recorridas
donde ha permanecido el deseo doblegado
Saben ángeles donde quedó
mudo mi mundo
saben dioses lo impío de esta espera
que universal sujeta
estando descosida todavía
Me visto con legados malnacidos
sólo para parecerme a lo imposible
mientras la sobriedad pregunta
briaga
por la ausente crianza
Sarcasmos fieles visitantes
únicos satisfactores de la libido
seco como hielo el reto
de reflejar la espera
Mientras transcurre el día
se me escurre el velo
se atora en los brezos de la tarde
y el amor no puede imaginar
cuánta desnudez puede caber
entre el verano y mi mirada.
sábado, junio 11, 2005
LO ETERNO SE COSE CON LA MANO
El miércoles pasado, tuve el honor de presentar el trabajo de Malena Múzquiz, mi gran amiga. El lugar, la galería "Feel grow" en el barrio antiguo, estaba repleta. Amigos, colegas, familia y tantísima gente más, acompañaron a Malena, a Paty Wilmud y a Poncho González en la inauguración de sus respectivas exposiciones.
Quise compartirles el texto que escribí para que los que no tuvieron la oportunidad de asistir, puedan tener al menos una noción del gran trabajo de Malena.
LO ETERNO SE COGE CON LA MANO
(LO ETERNO SE COSE CON LA MANO)
Cierto día de marzo, al saber que fuimos invitadas al Maratón de Poesía en Toluca, Malena me llamó y me dijo: ¡Estoy harta, Anna! ¡Estoy cansada de no tener libros! ¡Es realmente patético que andemos des-libradas por la vida! ¡Yo me voy a hacer mis propios libros!
Malena se refería, principalmente, a ese mecanismo burocrático por el que muchos de nosotros, escritores, tenemos que pasar antes de que las llamadas “autoridades artísticas” puedan (o quieran) publicarnos algo.
Yo no dudé de su proyecto ni por un segundo. Malena, además de ser una escritora talentosa, es una guerrera. Y como tengo el privilegio de contarla entre mis mejores amigos, la conozco muchísimo; así que supe que no sólo se tomaría el trabajo y el gasto de ver una editorial que la publicara, sino que ella, con su pensamiento espirulino, su emoción volcánica y sus dos manitas, se daría a la tarea de plasmar su palabra sobre imágenes, madera, tela, y otros tantos materiales; y encima, de hacerlo así, en esta forma tan creativa, tan original, tan iluminada. Había un pero (como siempre lo hay): no creí que lo lograra tan pronto.
A partir de ese día, ni uno más, Malena se sumergió en un territorio si no desconocido del todo, sí con muchos adelantos tecnológicos. Ella misma dice que el tiempo ha cobrado una velocidad impresionante. Se puso a estudiar diseño en la computadora como loca (sic), comenzó a investigar sobre miles de imágenes y la manera en que éstas pudieran amalgamarse con su poesía; se enfrentó con fuertes obstáculos de toda índole (incluso le tronó la impresora); cargó estoicamente con críticas y con reproches de algunos amigos y de su familia (que si “para qué haces todo esto, sal a divertirte”, que “mira qué desorden tienes por tu estudio, la sala y el comedor, ¿cuándo te llevas todas las cosas?”, etc.). Ella no se alteraba. Pacientemente su “locura” la conducía a desvelarse hasta altas horas de la madrugada, para caer vestida sobre la cama, en cierta ocasión, durmiéndose con su más travieso duende: una idea revoltosa jugueteando en sus neuronas.
“Tener duendes” dice el diccionario de sinónimos sobre una persona inquieta. Qué mejor frase para describir la esencia de esta poeta y narradora que se juega el todo por el todo con tal de alzar su voz. No una voz cualquiera, sino la que grita antes de ser conjugada con esos espasmos pueriles de la demagogia, grito honesto salido del centro mismo de la existencia: el corazón. Cito:
“Y en medio de un silencio, tu grito. Tu larga voz toma un giro desatado. Es la hora en que la palabra vuela con la orientación de la paloma.”
Para esta mujer escribir es axial, es darle a sus lectores no sólo un lugar al cual acudan para verla y verse, sino que también adquiere el nada fácil compromiso de ubicarse y ubicarnos en momentos precisos, en ese momento histórico del que hablan los interesados en el planeta.
Uno de sus más grandes logros, y debido a su incansable batida del corazón, es que con su poesía, Múzquiz ha sabido establecerse en varias disciplinas, no únicamente en la literatura. Como dije anteriormente, ella se expresa casando a la palabra con imágenes, con instalaciones donde emplea objetos, luces, sonidos, cuentas, plumas, rituales y sortilegios; retoma, quizá inconscientemente, esa forma ancestral de nuestros antepasados donde nos contaban, nos cantaban, todo ese vasto y mágico mundo en el que, ellos sí, sabían SER.
Malena Múzquiz ha elaborado anteriormente los libros arte-objeto “Acto de amor”, en 1991, con 100 ejemplares agotados. Y
“Tribu mía que no conoces”, trabajo dedicado a los amerindios, del cual confeccionó 25 ejemplares como regalo de navidad para sus amigos en 1999.
En ediciones formalmente establecidas tiene dos libros publicados: “En abril puedes decir lo que quieras”, colección Reloj de sol, 1994, edición agotada rápidamente; y “Escritura de lo que ya no es nada”, editorial Papeles de la Mancuspia, 1997, con 500 ejemplares igualmente agotados.
Quisiera hablarles un poco más sobre sus libros, sobre su poesía, pero tengo el atesorado recurso de que aquí está, contra todos los pronósticos y a nuestra entera disposición, esta colección inapreciable que no debemos perder por ningún motivo:
I. Azulona en movimiento: Editado anteriormente por Banco de ideas Z, en 1995, Cuba, con 500 ejemplares y en papel reciclado cubano.
II. Noche circular: Publicado solamente en fragmentos por algunas revistas del país.
III.Madre tierra: Poema a nuestro planeta.
IV. Geranio y sombra: Poema dedicado a Andrés Huerta.
(LO ETERNO SE COSE CON LA MANO)
Cierto día de marzo, al saber que fuimos invitadas al Maratón de Poesía en Toluca, Malena me llamó y me dijo: ¡Estoy harta, Anna! ¡Estoy cansada de no tener libros! ¡Es realmente patético que andemos des-libradas por la vida! ¡Yo me voy a hacer mis propios libros!
Malena se refería, principalmente, a ese mecanismo burocrático por el que muchos de nosotros, escritores, tenemos que pasar antes de que las llamadas “autoridades artísticas” puedan (o quieran) publicarnos algo.
Yo no dudé de su proyecto ni por un segundo. Malena, además de ser una escritora talentosa, es una guerrera. Y como tengo el privilegio de contarla entre mis mejores amigos, la conozco muchísimo; así que supe que no sólo se tomaría el trabajo y el gasto de ver una editorial que la publicara, sino que ella, con su pensamiento espirulino, su emoción volcánica y sus dos manitas, se daría a la tarea de plasmar su palabra sobre imágenes, madera, tela, y otros tantos materiales; y encima, de hacerlo así, en esta forma tan creativa, tan original, tan iluminada. Había un pero (como siempre lo hay): no creí que lo lograra tan pronto.
A partir de ese día, ni uno más, Malena se sumergió en un territorio si no desconocido del todo, sí con muchos adelantos tecnológicos. Ella misma dice que el tiempo ha cobrado una velocidad impresionante. Se puso a estudiar diseño en la computadora como loca (sic), comenzó a investigar sobre miles de imágenes y la manera en que éstas pudieran amalgamarse con su poesía; se enfrentó con fuertes obstáculos de toda índole (incluso le tronó la impresora); cargó estoicamente con críticas y con reproches de algunos amigos y de su familia (que si “para qué haces todo esto, sal a divertirte”, que “mira qué desorden tienes por tu estudio, la sala y el comedor, ¿cuándo te llevas todas las cosas?”, etc.). Ella no se alteraba. Pacientemente su “locura” la conducía a desvelarse hasta altas horas de la madrugada, para caer vestida sobre la cama, en cierta ocasión, durmiéndose con su más travieso duende: una idea revoltosa jugueteando en sus neuronas.
“Tener duendes” dice el diccionario de sinónimos sobre una persona inquieta. Qué mejor frase para describir la esencia de esta poeta y narradora que se juega el todo por el todo con tal de alzar su voz. No una voz cualquiera, sino la que grita antes de ser conjugada con esos espasmos pueriles de la demagogia, grito honesto salido del centro mismo de la existencia: el corazón. Cito:
“Y en medio de un silencio, tu grito. Tu larga voz toma un giro desatado. Es la hora en que la palabra vuela con la orientación de la paloma.”
Para esta mujer escribir es axial, es darle a sus lectores no sólo un lugar al cual acudan para verla y verse, sino que también adquiere el nada fácil compromiso de ubicarse y ubicarnos en momentos precisos, en ese momento histórico del que hablan los interesados en el planeta.
Uno de sus más grandes logros, y debido a su incansable batida del corazón, es que con su poesía, Múzquiz ha sabido establecerse en varias disciplinas, no únicamente en la literatura. Como dije anteriormente, ella se expresa casando a la palabra con imágenes, con instalaciones donde emplea objetos, luces, sonidos, cuentas, plumas, rituales y sortilegios; retoma, quizá inconscientemente, esa forma ancestral de nuestros antepasados donde nos contaban, nos cantaban, todo ese vasto y mágico mundo en el que, ellos sí, sabían SER.
Malena Múzquiz ha elaborado anteriormente los libros arte-objeto “Acto de amor”, en 1991, con 100 ejemplares agotados. Y
“Tribu mía que no conoces”, trabajo dedicado a los amerindios, del cual confeccionó 25 ejemplares como regalo de navidad para sus amigos en 1999.
En ediciones formalmente establecidas tiene dos libros publicados: “En abril puedes decir lo que quieras”, colección Reloj de sol, 1994, edición agotada rápidamente; y “Escritura de lo que ya no es nada”, editorial Papeles de la Mancuspia, 1997, con 500 ejemplares igualmente agotados.
Quisiera hablarles un poco más sobre sus libros, sobre su poesía, pero tengo el atesorado recurso de que aquí está, contra todos los pronósticos y a nuestra entera disposición, esta colección inapreciable que no debemos perder por ningún motivo:
I. Azulona en movimiento: Editado anteriormente por Banco de ideas Z, en 1995, Cuba, con 500 ejemplares y en papel reciclado cubano.
II. Noche circular: Publicado solamente en fragmentos por algunas revistas del país.
III.Madre tierra: Poema a nuestro planeta.
IV. Geranio y sombra: Poema dedicado a Andrés Huerta.
V. Odio a los animales de mi especie: Monólogo hasta hoy inédito a pesar de haber sido premiado en el Ciclo de monólogos y Teatro en atril, 2004 y puesto en escena bajo la dirección del maestro Sergio García. (La autora no recibió reconocimiento alguno).
VI. Punto de encaje: Poema que recopila el sentimiento de nuestro pueblo.
Y por último,
VII. Atardecer es complicado: En dos presentaciones, libro de poesía, imágenes y notas; y libro arte-objeto. Ambos artísticamente diseñados y elaborados a mano.
Van a decir que la Múzquiz ya me contrató como manager, no es así, simplemente me da muchísimo orgullo y placer ser la primera en anunciarles que su primera novela “El fantasma del Foresta” saldrá a la venta en julio próximo, bajo la firma editorial Solano. En esta novela, Malena nos dice:
“La escritura es un viaje por la memoria, una saudade que no puede hacerse presente sino hasta el instante en que la puerta del castillo se cierra y justo es aquí cuando uno tiene que buscar la página y trasladar a ella lo que rebasa.”
Los dejo entonces con la autora, quien nos hablará un poco más de este encomiable proceso, pero sobre todo, experta en la materia, sabrá regalarnos crujientes hojuelas de su alma.
Anna Kullick Lackner
8 de junio del 2005
VI. Punto de encaje: Poema que recopila el sentimiento de nuestro pueblo.
Y por último,
VII. Atardecer es complicado: En dos presentaciones, libro de poesía, imágenes y notas; y libro arte-objeto. Ambos artísticamente diseñados y elaborados a mano.
Van a decir que la Múzquiz ya me contrató como manager, no es así, simplemente me da muchísimo orgullo y placer ser la primera en anunciarles que su primera novela “El fantasma del Foresta” saldrá a la venta en julio próximo, bajo la firma editorial Solano. En esta novela, Malena nos dice:
“La escritura es un viaje por la memoria, una saudade que no puede hacerse presente sino hasta el instante en que la puerta del castillo se cierra y justo es aquí cuando uno tiene que buscar la página y trasladar a ella lo que rebasa.”
Los dejo entonces con la autora, quien nos hablará un poco más de este encomiable proceso, pero sobre todo, experta en la materia, sabrá regalarnos crujientes hojuelas de su alma.
Anna Kullick Lackner
8 de junio del 2005
martes, junio 07, 2005
A QUIEN CORRESPONDA
Otorga a mis oídos
la claridad de lo sencillo
convierte mis manos en humildes receptáculos
expándeme la vista y desnúdame conciencias
que pueda oler peligro y aspirar paciencia
y a mi lengua
no la dejes saborear exquisiteces
sin antes la experiencia de lo amargo.
la claridad de lo sencillo
convierte mis manos en humildes receptáculos
expándeme la vista y desnúdame conciencias
que pueda oler peligro y aspirar paciencia
y a mi lengua
no la dejes saborear exquisiteces
sin antes la experiencia de lo amargo.
LA ABSURDA PERMISIÓN
Para Paty Laurent
Después de mi agotadora caminata, de alimentar hijos y mascotas, de echarme un suicida clavado en papeles de la época del rock (tirar y archivar), de hacer las llamadas y diligencias pertinentes para que mi casa siga disque funcionando, después de aumentar y corregir el libro en el cual trabajo.... ¡Ah! entonces ya puedo darme el permiso de "sentarme en las dos nalgas" (abuelita dixit), largar zapatos, desatarme el pelo y servirme el primer ron de la tarde: vaso alto y gordo, colmado de hielo, agua mineral (topo chico of course), coca light (no vaya a ser que me regrese la memoria), y el diáfano elixir de dionisius: ron blanco bacardi. Poder ver el atardecer chorreándose en el cerro, hablar con mis pájaros y pretender que entienden, sonreírme y peinar mi corazón como a una niña que va de mañana a la escuela...
Que si seremos extraños los seres "urbanos"... Toda esta parafernalia de actividades sólo para que la culpa infeliz (mal de todos los hombres) no nos venga a espolear el rostro del alma, nos sorraje un sinfin de argumentos como: ¿ves, idiota?: la casa caída, los trastes quebrados, el niño herido, papá enojado... ¡jesús, cuánto cuidado!
Yo me pregunto, no sé tú, (como dice la canción), ¿de dónde hemos adoptado este "ritual" absurdo de estarnos dando permiso para el placer? Habrá muchas respuestas, lo sé. Cada quien contará del baile según lo que le hicieron sus "apacitos". Y lo más hiper-piiior (sí, con "i") es que yo se lo estoy heredando a mis críos. Esta vida tan corta y yo con mis delires persistentes....
Después de mi agotadora caminata, de alimentar hijos y mascotas, de echarme un suicida clavado en papeles de la época del rock (tirar y archivar), de hacer las llamadas y diligencias pertinentes para que mi casa siga disque funcionando, después de aumentar y corregir el libro en el cual trabajo.... ¡Ah! entonces ya puedo darme el permiso de "sentarme en las dos nalgas" (abuelita dixit), largar zapatos, desatarme el pelo y servirme el primer ron de la tarde: vaso alto y gordo, colmado de hielo, agua mineral (topo chico of course), coca light (no vaya a ser que me regrese la memoria), y el diáfano elixir de dionisius: ron blanco bacardi. Poder ver el atardecer chorreándose en el cerro, hablar con mis pájaros y pretender que entienden, sonreírme y peinar mi corazón como a una niña que va de mañana a la escuela...
Que si seremos extraños los seres "urbanos"... Toda esta parafernalia de actividades sólo para que la culpa infeliz (mal de todos los hombres) no nos venga a espolear el rostro del alma, nos sorraje un sinfin de argumentos como: ¿ves, idiota?: la casa caída, los trastes quebrados, el niño herido, papá enojado... ¡jesús, cuánto cuidado!
Yo me pregunto, no sé tú, (como dice la canción), ¿de dónde hemos adoptado este "ritual" absurdo de estarnos dando permiso para el placer? Habrá muchas respuestas, lo sé. Cada quien contará del baile según lo que le hicieron sus "apacitos". Y lo más hiper-piiior (sí, con "i") es que yo se lo estoy heredando a mis críos. Esta vida tan corta y yo con mis delires persistentes....
sábado, junio 04, 2005
SILENCIO, NIEVE Y LUZ
Días recurrentes estos de mirar atrás
oscuridad que resbala
en los linderos del recuerdo
en la casa abandonada de seres y de cosas
Aroma a desamparo atorándose en silencio
insistente aura que la acerca a la verdad
Y sucede que esta casa
dejada en el trayecto
fue su piel primera
delgada tiesa quebradiza
ensañada con querer mostrarse
como el espinazo de su historia
Entra en ella
todo se muestra pequeño
el jardín ya no es jardín
el patio ya no es patio
la terraza es parte de la calle
pregunta al aire por la vastedad de sus espacios
por su luminosidad...
El silencio contesta que el olvido
tiene por venganza tragarse dimensiones
alimentarse de la luz
Un pequeño hueco puede decirle tanto sin embargo
escuchar la voz de dios en un fragmento que la salve:
el exilio del abuelo
alzando el cuerpo frágil de una niña
para que mire caer la nieve
por primera vez tras la ventana
y el asombro de la niña
y la carcajada compartida
entre ellos y la ajena blancura
madrugada inmaculada
salvación efímera.
oscuridad que resbala
en los linderos del recuerdo
en la casa abandonada de seres y de cosas
Aroma a desamparo atorándose en silencio
insistente aura que la acerca a la verdad
Y sucede que esta casa
dejada en el trayecto
fue su piel primera
delgada tiesa quebradiza
ensañada con querer mostrarse
como el espinazo de su historia
Entra en ella
todo se muestra pequeño
el jardín ya no es jardín
el patio ya no es patio
la terraza es parte de la calle
pregunta al aire por la vastedad de sus espacios
por su luminosidad...
El silencio contesta que el olvido
tiene por venganza tragarse dimensiones
alimentarse de la luz
Un pequeño hueco puede decirle tanto sin embargo
escuchar la voz de dios en un fragmento que la salve:
el exilio del abuelo
alzando el cuerpo frágil de una niña
para que mire caer la nieve
por primera vez tras la ventana
y el asombro de la niña
y la carcajada compartida
entre ellos y la ajena blancura
madrugada inmaculada
salvación efímera.
LOS DÍAS ME CAMINAN
Salgo de mi guarida todas las mañanas a las siete, después de que mis hijos se han montado en el transporte escolar. Cargo todavía en los ojos sueños no del todo digeridos. Camino cuesta abajo, me cruza la iglesia al costado derecho, me persigno y le pido a Dios por todos nosotros, pero especialmente por nosotros todos. Me atraviesa el estanque de las brujas, un arroyo enmarañado de árboles caídos con peces muertos, pero lindo al fin de cuentas, sobre todo cuando cuadrillas de mozalbetes (mis hijos incluidos), lo han limpiado. Me adentro en el caminador del parque y, como experta buscona perdida, empiezo a darle vueltas. Prefiero no contarlas pues me mareo demasiado pronto y ya no pienso.
La inhalación se expande a medida en que mi oído y mis ojos van comiéndoselo todo: árboles cambiando de hojas, flores naciendo, desnaciendo, o simplemente muriéndose; el incomprendido y terco musgo creciéndole al asfalto; el mismo perro olfateando las patas de las bancas, el timbre incisivo de un despertador que nadie hace callar; la chica hermosa que espera el camión sentada en la misma esquina, el par de albañiles que custodian mis costados por brevísimos segundos... todo esto siempre, cada día, de lunes a viernes, de cierto inicio al certero desfallecimiento.
Ayer, sin embargo, robé una historia; debajo de un arbusto encontré un pequeño bolso infantil, adentro vivían un globo agujerado, una moneda de cinco pesos, la hoja roja de un otoño, una cuenta de vidrio verde, y ahora, con mis dos lágrimas calientes... también yo.
La inhalación se expande a medida en que mi oído y mis ojos van comiéndoselo todo: árboles cambiando de hojas, flores naciendo, desnaciendo, o simplemente muriéndose; el incomprendido y terco musgo creciéndole al asfalto; el mismo perro olfateando las patas de las bancas, el timbre incisivo de un despertador que nadie hace callar; la chica hermosa que espera el camión sentada en la misma esquina, el par de albañiles que custodian mis costados por brevísimos segundos... todo esto siempre, cada día, de lunes a viernes, de cierto inicio al certero desfallecimiento.
Ayer, sin embargo, robé una historia; debajo de un arbusto encontré un pequeño bolso infantil, adentro vivían un globo agujerado, una moneda de cinco pesos, la hoja roja de un otoño, una cuenta de vidrio verde, y ahora, con mis dos lágrimas calientes... también yo.
lunes, mayo 30, 2005
Poema nuestro de cada día
Tengo un extraño ritual que he ido adquiriendo a falta de conversaciones: abrir un libro de poemas justo al momento de despertar. Todavía con ojos semicerrados, medio acurrucada en mis propios brazos, acudo a uno de mis estantes y lo atrapo. Es epopéyico, al menos para mí, encontrarme de pronto ante un texto que encierra, o simplemente sugiere, el sueño de la noche anterior. Hoy me sucedió. Se los comparto, es de Miguel Barnet.
"Como quien se equivoca
de tren
como quien pierde la ruta
y se desvía por una calle errática
Como el sonámbulo que
camina hacia atrás
y choca con sombras y cortinas
Como el que pierde sus propias pisadas
así he llegado
a esta ciudad
que sin embargo me acoge
en su fiero laberinto
de lumbre y espejismos
Lamento cada minuto de mi vida,
el amor que no le pude dar".
Debo aclarar que la ciudad puede ser cualquier cosa: una historia, un animal, una flor, un hombre...
"Como quien se equivoca
de tren
como quien pierde la ruta
y se desvía por una calle errática
Como el sonámbulo que
camina hacia atrás
y choca con sombras y cortinas
Como el que pierde sus propias pisadas
así he llegado
a esta ciudad
que sin embargo me acoge
en su fiero laberinto
de lumbre y espejismos
Lamento cada minuto de mi vida,
el amor que no le pude dar".
Debo aclarar que la ciudad puede ser cualquier cosa: una historia, un animal, una flor, un hombre...
sábado, mayo 28, 2005
Efímero arcoiris
Entre que me peleaba con esta estúpida cibernesis que me ha atrapado como un cáncer, entre que se me hacía bolas el atole (literalmente, mi hijo andaba cursiento), entre una miserable idea literaria que de pronto emerge de quién sabe dónde, entre tantísimas cosas dignas del árido reino de muppetlandia; de pronto, como esa señal que te dice estar vivo, apareció frente a mí uno de los más espectaculares arcoiris que mis ojos han mirado. Surgió del montón de casas que se hincan ante el cerro de la silla; así, sin darme tiempo siquiera a correr y tomar mi nueva cámara (igualmente engendrada por la maldita tecnología de punta, ¿de punta de qué, carajo, si no sé siquiera encontrarla en mi bolsa de tan pequeña que es?).
No lo pensé demasiado. Tenía dos opciones: una, comenzar a picar botones como demente para ver si así lograba capturar la evaporada imagen; y otra, sentarme frente al cerro, en mi mecedora favorita, con el canto de mis pájaros al lado, y atrapar la sensación; pulsar el "save as" en esta memoria que se va volviendo más loca que una chiva en crack. Sí, opté por lo segundo, por el segundo incierto que sólo es mío, de nadie más; que nunca, por más bien que lo haga, podré imprimir en letras, en fotos, en pintura, en nada... Si acaso lo compartiré en un delirium tremens, de esos chidos (como dicen las Infantas) que me aviento con mi amiga Malena, donde nos carcajeamos y lloramos hasta que nos duelen todos los plexos, y nos vamos a "dormir" a las seis de la mañana, y a las nueve ya estamos en el teléfono diciéndonos: ¡¡¡¡estúpida, nos vamos a morir!!!! Y no podemos decirnos más puesto que la carcajada nos lo impide.
Mi arcoriris, éste al menos, es de ustedes, se los regalo envuelto en el celofán de sus brillantes ojos, de ustedes que leen estas piradencias a horas o a deshoras.
Hubo, sin embargo, otro arcoiris más monumental. De ése les hablo otro día.
No lo pensé demasiado. Tenía dos opciones: una, comenzar a picar botones como demente para ver si así lograba capturar la evaporada imagen; y otra, sentarme frente al cerro, en mi mecedora favorita, con el canto de mis pájaros al lado, y atrapar la sensación; pulsar el "save as" en esta memoria que se va volviendo más loca que una chiva en crack. Sí, opté por lo segundo, por el segundo incierto que sólo es mío, de nadie más; que nunca, por más bien que lo haga, podré imprimir en letras, en fotos, en pintura, en nada... Si acaso lo compartiré en un delirium tremens, de esos chidos (como dicen las Infantas) que me aviento con mi amiga Malena, donde nos carcajeamos y lloramos hasta que nos duelen todos los plexos, y nos vamos a "dormir" a las seis de la mañana, y a las nueve ya estamos en el teléfono diciéndonos: ¡¡¡¡estúpida, nos vamos a morir!!!! Y no podemos decirnos más puesto que la carcajada nos lo impide.
Mi arcoriris, éste al menos, es de ustedes, se los regalo envuelto en el celofán de sus brillantes ojos, de ustedes que leen estas piradencias a horas o a deshoras.
Hubo, sin embargo, otro arcoiris más monumental. De ése les hablo otro día.
jueves, mayo 26, 2005
El día y el poema...
LA MARCA
Uno voltea y ya somos años
y volvemos a ser niños
y riñas entre las viñas
y arrugas en el ceño de algún señor
Uno voltea y ya somos gigantes
galantes para quienes nos admiran
peligrosos para quienes nos temen
y niños en el nudo de la enredadera
Uno voltea y somos unos fuimos
y volvemos a las viñas y reñimos
y nos vemos tan sólo peligrosos
en la abismal arruga
del ceño de nuestro Señor
Uno voltea y ya somos nadie
y la nada nos cobija
y no sentimos nada
y somos la ruina de las viñas
en la arruga del sueño niño
de nosotros
antes y después del desengaño.
Uno voltea y ya somos años
y volvemos a ser niños
y riñas entre las viñas
y arrugas en el ceño de algún señor
Uno voltea y ya somos gigantes
galantes para quienes nos admiran
peligrosos para quienes nos temen
y niños en el nudo de la enredadera
Uno voltea y somos unos fuimos
y volvemos a las viñas y reñimos
y nos vemos tan sólo peligrosos
en la abismal arruga
del ceño de nuestro Señor
Uno voltea y ya somos nadie
y la nada nos cobija
y no sentimos nada
y somos la ruina de las viñas
en la arruga del sueño niño
de nosotros
antes y después del desengaño.
miércoles, mayo 25, 2005
Bienvenida
Durante mucho tiempo me resistí a tener un blog; consideraba esta forma de comunicación un tanto pornográfica. Ya saben, desnudarse ante todos. Sin embargo tuve que reconocer que me encanta el vouyerismo, sobre todo el literario, y además, debí admitir que ya yo me "encuero" en todos mis poemas. Así que, héme aquí, con mis dedos pulsando un sistema cardiovascular de letras, esperando compartir con quienes deseen, este poco de lo que me queda, y esto que me queda que no se acabe.
Mañana será otra araña.
Mañana será otra araña.
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